Firmas

Mandarinas

Iceta en un acto de campaña electoral. Foto: Efe.

Si TV3 fuese una auténtica televisión pública probablemente habría aprovechado estos días de crispación para emitir Mandarinas (2013), la excelente película del estonio Zaza Urushadze. En ella se hace una profunda reflexión de las consecuencias que produce el nacionalismo mal entendido y de los efectos que puede tener una declaración unilateral de independencia. Cuando ocurre, inevitablemente aparece el odio.

Pasó cuando Abjasia se separó de Georgia; lo mismo ocurrió en Euskadi; y hay peligro de que se repita en Cataluña. Es cierto que no hay muertos, pero podría haberlos si ese odio no se canaliza tras el 21-D. Por eso la propuesta de Miquel Iceta de apostar por la reconciliación no debería caer en saco roto. Si tras la muerte de Franco terminamos con las dos Españas ahora deberíamos saber convivir en una España plurinacional.

Y eso naturalmente pasa por un indulto para todos los delitos de origen político. No obstante, para que sea posible, unos tienen que renunciar a la independencia unilateral y otros a aplicar el artículo 155. El procés finalizó con la DUI y con su incapacidad para implantarla. Reconocer la realidad es el primer paso para superar la situación. Y la realidad es que sea cual sea el resultado de las elecciones del jueves, estamos ante una Cataluña dividida y enfrentada. La única solución es pactar y olvidarnos de los viejos rencores.

En la citada película, Ivo, un hombre de origen estonio destruido por el enfrentamiento del independentismo, demuestra a dos soldados de bandos opuestos heridos, a quienes decide cuidar, que es mucho más fuerte lo que les une que lo que les separa. Es lo mismo que nos pasa a los españoles con los catalanes.

Por tanto, la estrategia válida para el día posterior es la reconciliación, para que todo vuelva a la normalidad, evitando así pasar a mayores ahora que estamos a tiempo. Para ello hay que cumplir las leyes y respetar las instituciones democráticas. Hay que saber ser generoso.

No va a resultar fácil porque las posiciones están muy radicalizadas. Pero tal vez dirigentes como Iceta desde la Generalitat y Xavier Domènech desde la presidencia del Parlamento catalán podrían hacer el milagro.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky