Periodista económico
Tribuna Guindal

El gobierno de Pedro y Pablo como en la película de George Roy Hill, magníficamente interpretada por Robert Redford y Paul Newman, es la historia de Dos hombres y un destino (1969). La gran diferencia es que en ver de tratarse de Butch Cassidy y Sundance Kid asaltando un banco de Wyoming, aquí es Sánchez e Iglesias asaltando el Palacio de la Moncloa. Como en la película la suerte de uno esta ligada a la del otro, es decir que harán lo imposible para que las cosas les salgan bien. Será una legislatura larga y con un poco de suerte repetirán el mandato como ha sucedido en Portugal con el socialista Antonio Costa que formó gobierno como pudo y la derecha también trató de descalificarle calificándole la "geringonça".

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El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha pedido a los gobiernos que adopten medidas sin demora para evitar que Europa vuelva a caer en una nueva recesión. Apenas hay margen de maniobra para que se pueda salir del atolladero con medidas de política monetaria, como sucedió en la Gran Crisis de 2008. Los tipos de interés ya son negativos, el precio del petróleo no se puede bajar y la política de subvenciones está saturada. Por tanto, el camino son reformas, reformas y más reformas. Pedro Sánchez ha sido el primero en ponerse en marcha con sus 360 medidas. El problema es que ha tomado el camino equivocado. Como en la película de Rob Schmidt (2003) podríamos estar en el Km 666: desvío al infierno.

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Si Quentin Tarantino ha hecho un soberbio retrato surrealista de Los Angeles en los 60 con "Érase una vez en… Ho-llywood" (2019), podría hacer lo mismo si se fijase en la España actual. La situación que se vive es tan absurda que da pie a filmar una comedia negra de primer nivel.

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Pedro Sánchez a veces es tan simple que recuerda a Pedro Picapiedra, el entrañable personaje de dibujos animados creado por Hanna Barbera: Grande, audaz, simple, brutote y engreído. Por el contrario, su "socio preferente" Pablo Iglesias como "Mármol" es más bien pequeño, calculador, maquiavélico y ambicioso. Ambos mantienen una relación de amor-odio, pero lo cierto es que ninguno de los dos puede vivir sin el otro.En el último episodio, Pedro y Pablo deciden forman un tándem para dirigir el país: "el Gobierno de los Picapiedra". Pablo exige a Pedro la vicepresidencia como pago por su apoyo. Pero éste se niega en redondo porque sabe que "el enano intentará robarme la cartera". Dado que no se ponen de acuerdo, deciden acudir a un ventrílocuo para que les preste sus muñecos que serán quienes negocien por ellos.

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Una vez más, mi buen amigo Luis de Guindos tenía razón cuando hace unas semanas me advertía que la situación económica se estaba complicando extraordinariamente: "Y lo más preocupante es que no tenemos los instrumentos que teníamos en la crisis de 2009 para poder reaccionar". Los tipos de interés ya no se pueden bajar más; los países están muy endeudados, especialmente España; y el precio del petróleo ya está en equilibrio. Por si todo ello no fuera suficiente, los riesgos geopolíticos son cada vez mayores.

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Si alguien le dijese en plena canícula veraniega que los principales dirigentes independentistas no serán condenados ni por rebelión ni por sedición; que el excomisario Pepe Villarejo podría salir de prisión en las próximas semanas; y que el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy puede terminar entre rejas por el Caso Kitchen, pensaría: "este tío se ha vuelto loco".

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En plena canícula de agosto, cuando los medios de desinformación, como dice mi amigo Gregorio Morán, se encuentran durmiendo la siesta, es cuando se ha iniciado la auténtica negociación para formar gobierno en los primeros días de septiembre. Ahora sí y no como antes, cuando se empezó la casa por el tejado. Primero hay que saber qué se quiere hacer durante la legislatura y después se busca a las personas más adecuadas para intentar llevarlo a cabo.

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Pedro Sánchez fue al Congreso de los Diputados para ser investido y ha sido embestido por su interlocutor preferente, Pablo Iglesias. Esto ha frustrado la creación de un gobierno socialista con el nacional populismo de Podemos. El resultado ha sido un alivio generalizado.Buena parte de la opinión pública no concebía ver a Irene Montero convertirse en vicepresidenta con sus 31 añitos y sin ningún tipo de experiencia. Después de Zapatero y de Sánchez, aquí hasta los patos quieren llevar zapatos.

Tribuna

Mi amigo Carlos Romero, que fue ministro de Agricultura con Felipe González, siempre me habla del "efecto calendario" en la toma de decisiones políticas. Lo que es posible hoy no siempre lo es mañana. La oportunidad del momento es vital. Si la dejas pasar, probablemente no volverás a tener una segunda oportunidad.Una lección que debería saber Pablo Iglesias, que en el 2016 dejó pasar una oportunidad de oro cuando no se abstuvo en la investidura de Sánchez, lo que habría permitido un gobierno de minoría con C's. Tal oportunidad, de haberla aprovechado, le habría dejado con la sartén en la mano y con el mango también. El líder de Podemos se habría convertido en el "amo de la legislatura". Pero no lo vio, y empezó su declive. De ahí arrancan los problemas con Errejón. Aquel fallo nos permitió visualizar a un Iglesias listo, pero no inteligente. No es un líder capaz de dirigir a su partido, sino alguien que se deja arrastrar por la corriente.

opinión

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha echado a Pablo Iglesias un órdago en toda regla: apoya su investidura o elecciones el 10 de noviembre. Se trata de una propuesta que el dirigente de Podemos no puede rechazar. Sobre todo si le da la posibilidad de tocar poder, aunque solo sea a través de personas independientes y solventes.