
El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha pedido a los gobiernos que adopten medidas sin demora para evitar que Europa vuelva a caer en una nueva recesión. Apenas hay margen de maniobra para que se pueda salir del atolladero con medidas de política monetaria, como sucedió en la Gran Crisis de 2008. Los tipos de interés ya son negativos, el precio del petróleo no se puede bajar y la política de subvenciones está saturada. Por tanto, el camino son reformas, reformas y más reformas. Pedro Sánchez ha sido el primero en ponerse en marcha con sus 360 medidas. El problema es que ha tomado el camino equivocado. Como en la película de Rob Schmidt (2003) podríamos estar en el Km 666: desvío al infierno.
Un Gobierno PSOE-Podemos dañaría gravemente las expectativas de creación de empleo
Europa espera que España elimine el déficit público y cumpla el compromiso asumido. Esto equivale a realizar un recorte de gastos de 25.000 millones de euros. Por el contrario, las medidas propuestas por los socialistas equivalen a un aumento de gasto de 25.000 millones.
La economía española se desacelera, es muy probable que este año acabe con un crecimiento del 2,4 por ciento y el siguiente en el 1,7 por ciento, hasta el punto de que son reversibles en absoluto. Por tanto, el reto del próximo Gobierno es crecer para que se pueda crear empleo de forma sostenible. No hay que olvidar que hay un millón y medio menos de ocupados de los que había antes de la Gran Crisis de 2008.
Para ello es necesario realizar una serie de cambios y reformas para evitar que España vuelva a caer en un doloroso proceso de estabilizació,n como el que se produjo entre los años 2009 y 2011.
La medida imprescindible para estabilizar la economía es sin duda reducir el fuerte endeudamiento que tiene España, el mayor de Europa. La deuda externa bruta se eleva al 165 por ciento del PIB y nos ha convertido en subcampeones del mundo. Por este motivo es tan importante el control del déficit.
Tal como están las cosas, no existe margen para bajar impuestos, como sigue prometiendo el PP. Ni tampoco es posible incrementar los gastos, como propone el PSOE y le exige Podemos. Un aumento de impuestos para hacer frente al déficit público, como argumenta Pablo Iglesias, dañaría fuertemente el crecimiento y el consumo. Es decir, aceleraría la desaceleración y, en consecuencia, haría más rápido el descenso de la recaudación que se produce en todas las crisis.
En esta tesitura, un Gobierno de izquierdas radical, es decir, la suma de PSOE y UP en cualquiera de sus formas (coalición, pacto de legislatura o pacto temporal) dañaría gravemente las expectativas de creación de empleo. Si tal como exige Podemos vuelve a subir el salario mínimo interprofesional de forma abrupta, el empleo se resentiría seriamente, porque alcanzaría su punto de saturación. Si a tal decisión se añade la eliminación de la reforma laboral, nos colocaría en una situación aún peor de la que existía antes de la Gran Crisis de 2008.
Pero si se echa más leña al fuego y se suben las cotizaciones de la Seguridad Social para hacer frente al déficit que están generando las pensiones públicas, las dificultades para que los empresarios contraten serían enormes. Eliminar la reforma de las pensiones e indiciarlas con el IPC comprometería el sistema público de pensiones. No hay que olvidar que los gastos crecen a un ritmo del 6 por ciento en una economía que se desacelera y tiende a situarse en un crecimiento en el entorno del 1,7 por ciento.
Otra de las recetas de la izquierda radical, y que va en sentido contrario a lo que pide el BCE, es que sean las administraciones públicas el motor de la creación de empleo, como en 2018, en que creció el doble que en el sector privado. Al Gobierno de Sánchez puede ocurrirle como a aquel vivo que enterraron boca abajo, que cuanto más escarbaba... más se hundía.