
Se va a necesitar agotar el plazo que marca la ley electoral para llegar a una conclusión sobre el futuro político de España tras las elecciones generales del 28 de abril. Cuatro meses y medio de enredo, una sucesión de propuestas para formar Gobierno y ninguna solución pactada a diez días de que la repetición electoral sea insalvable.
PSOE y Podemos han sido los protagonistas principales de este desencuentro pero no lo únicos en sugerir salidas al atasco. Desde el 28-A, cuando el desenlace parecía más sencillo, se ha asistido a un despliegue de posibilidades de gobierno de todos los colores pero no para todos los gustos:
-Gobierno en solitario del PSOE: el vencedor de las elecciones generales puso en estima desde la propia noche electoral los 123 escaños cosechados para desear un Gobierno monocolor. Esa ha sido la intención que los socialistas han extendido prácticamente durante toda la negociación -salvo las horas de concesión en las que Podemos estuvo dentro del Consejo de Ministros pero que no aceptó- y por la que han insistido a PP y Ciudadanos en la abstención.
-Gobierno de cooperación: las primeras tomas de contacto entre PSOE y su 'socio preferente' concluyeron anunciando un Gobierno de cooperación que nació muerto porque ni quienes lo negociaron entendían de la misma manera su propia propuesta. De esta cooperación derivaría la brecha de de la coalición.
-Gobierno en coalición: el buque insignia de Pablo Iglesias estos meses que tuvo en la mano en forma de una vicepresidencia y tres ministerios sociales pero que rechazó por insuficiente. La investidura fallida de julio sembraría la desconfianza mutua que se extiende ahora tras un verano de silencio entre PSOE y Podemos.
-Gobierno presidido por un candidato de consenso entre los constitucionalistas: el granito de arena aportado por el PP en esta batalla. El secretario general Teodoro García Egea propuso consensuar un candidato alternativo a Sánchez para formar un Gobierno pactado por los partidos constitucionalistas.
-Gobierno en solitario del PSOE con apoyo parlamentario: Sánchez reforzó su planteamiento inicial exigiendo además de un apoyo en la investidura, un compromiso parlamentario que le asegure estabilidad para aprobar su programa de Gobierno.
-Gobierno en coalición con periodo de prueba: ante la negativa del PSOE de retomar el diálogo donde se dejó en julio y con la negociación prácticamente irrecuperable, la última oferta -ya rechazada- llega desde la formación morada en forma de una coalición en pruebas durante un año, que permita aprobar los Presupuestos Generales y que se disolvería sin Sánchez considerara que no funcionara, manteniendo además el apoyo parlamentario.
-Coalición de Gobierno o pacto de legislatura entre PSOE y PP: este 'bombazo' lanzado ayer por el presidente del PP Gallego, Alberto Núñez Feijóo, rompe todos los esquemas incluso dentro de su propio partido a pesar de ser una idea ya deslizada hace tres años. Sin reacción en este sentido de momento, parece que Sánchez no está dispuesto a nada más con los populares que a aceptar su abstención.
El próximo día clave será el martes, cuando el Rey, tras dos jornadas de nueva ronda de consultas con los partidos, decida si encarga a Sánchez intentar formar Gobierno o no. Hasta entonces, e incluso después, el guión parece que mantendrá la incertidumbre hasta el último minuto.