Opinión

Más dura será la caída

Una vez más, mi buen amigo Luis de Guindos tenía razón cuando hace unas semanas me advertía que la situación económica se estaba complicando extraordinariamente: "Y lo más preocupante es que no tenemos los instrumentos que teníamos en la crisis de 2009 para poder reaccionar". Los tipos de interés ya no se pueden bajar más; los países están muy endeudados, especialmente España; y el precio del petróleo ya está en equilibrio. Por si todo ello no fuera suficiente, los riesgos geopolíticos son cada vez mayores.

No es un vaticinio más de "Mr. Kaos". Si atendemos a las opiniones que se lanzan desde el Gobierno, y especialmente las de la ministra de Economía, Nadia Calviño, la economía española tiene buenos fundamentos y un crecimiento robusto y sano. Hasta ahora parecía que tenía razón, ya que crecíamos por encima de la me-dia y se seguía creando empleo a buen ritmo.

No podemos olvidar que es algo similar a lo que le pasó a Pedro Solbes en 2009, cuando el Gobierno de Rodríguez Zapatero en bloque decidió negar el tsunami que ya teníamos encima. Confundió lo que es un crecimiento por inercia con una economía sana. El resultado fue un mal diagnóstico, un error que fue uno de los motivos que provocó una recesión tan profunda.

Ahora, el Ejecutivo de Pedro Sánchez parece seguir el camino emprendido por el Gobierno de Zapatero. Calviño dice lo mismo que decía su antecesor, olvidando que a Solbes le costó no solo su tumba política, sino pasar a la historia como uno de los peores ministros de nuestra democracia.

Ni la sociedad ni los políticos parecen conscientes de la crisis económica que se nos viene enciam 

Ojalá que todos estén equivocados y que efectivamente el crecimiento de la economía española sea robusto y se base en fundamentos sólidos. Pero todo hace pensar que no es así.

Alemania se ha situado ya al borde de la recesión y el crecimiento europeo se ha reducido a la mitad; las bolsas han perdido todo lo que habían ganado en el año y los datos adelantados indican que las cosas no van bien.

A los riesgos macroeconómicos globales como el Brexit, la interminable guerra comercial de EEUU con China; la desestabilización argentina tras la caída de Macri; tenemos que sumar nuestros propios factores de desestabilización: el problema catalán, la falta de Gobierno y la amenaza de unas nuevas elecciones generales en noviembre.

Lógicamente, la opinión pública narcotizada por los medios de desinformación prefiere obviar las malas noticias y calificar a quien las dice de pájaro de mal agüero. ¡Estamos de vacaciones!

El resultado es una falta de conciencia total, tanto en lo público como en lo privado. Así, los mensajes de la nueva presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso son una rebaja extraordinaria de impuestos. Mientras que, por otra parte, pero en sentido contrario, Pedro Sánchez promete incrementos de gasto público sin parangón, para contentar a su socio preferente, Pablo Iglesias, y convencerle para que vote su investidura.

Como en la película de Eddie Willis, interpretada por el inmortal Humphrey Bogart, "Más dura será la caída" (1956). A la vuelta de las vacaciones, los españoles se van a encontrar de sopetón con un dificilísimo panorama. El desafío nacionalista al rojo vivo. La economía en caída libre. Unos dirigentes políticos enzarzados en discutir si son galgos o podencos.

En esta ocasión, nadie podrá decir que la crisis le cogió desprevenido.

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