Opinión

No me chilles, que no te veo

  • La llamada 'nueva política' solo sirve para desestabilizar
Foto: Archivo

Pedro Sánchez fue al Congreso de los Diputados para ser investido y ha sido embestido por su interlocutor preferente, Pablo Iglesias. Esto ha frustrado la creación de un gobierno socialista con el nacional populismo de Podemos. El resultado ha sido un alivio generalizado.

Buena parte de la opinión pública no concebía ver a Irene Montero convertirse en vicepresidenta con sus 31 añitos y sin ningún tipo de experiencia. Después de Zapatero y de Sánchez, aquí hasta los patos quieren llevar zapatos.

Por lo que hemos podido ver en esta espantosa semana de negociaciones y de debates parlamentarios, resulta evidente que Podemos no es un partido de poder. Las negociaciones han sido una calcamonía de las de 2016. En aquella ocasión, el jefe de la delegación socialista, José Enrique Serrano, llegó a la conclusión de que el problema de los podemitas era una tremenda falta de preparación. Era como intentar jugar una partida de ajedrez con alguien que solo sabe jugar a las damas. No me chilles, que no te veo, como en la película de Arthur Hiller (1989).

"Tras las negociaciones y debates, se ve que Podemos no es un partido de poder" 

De no haberse frustrado el Gobierno habríamos tenido la banda de Pancho Villa. Sin embargo, el peligro no ha sido totalmente conjurado. Pablo Iglesias aspira a seguir mareando el muñeco diabólico durante las próximas semanas para poder proclamar "habemus gobierno" antes de que comiencen los festejos independentistas de septiembre.

Resulta difícil entender por qué Iglesias no ha aceptado la última propuesta que le hizo Sánchez, que además de carteras le ofrecía un buen número de mochilas y zurrones bien repletos de poder.

Quien conozca la administración, sabe que donde se corta el bacalao en la mayor parte de ocasiones es en los segundos niveles, en las empresas públicas y en las instituciones del Estado como la CNMC, el Banco de España, la CNMV por no hablar de la Airef.

"Iglesias desde el principio ha querido controlar buena parte de los gastos e ingresos estatales"

Había mucha tela que cortar, pero la baraja se ha roto porque no les han dado las políticas activas de empleo, que controlan las autonomías. Iglesias ha pretendido desde el primer momento controlar las partidas presupuestarias que proporcionan clientes electorales, así como la política fiscal del Estado. Es decir, el control de una buena parte de los ingresos y de los gastos.

Y quería todo eso habiendo perdido las elecciones. No podemos obviar que sus resultados en las generales fueron peor que malos. Es decir, que pretendía conseguir en la mesa de negociación lo que las urnas no le habían dado. Tales cesiones para Sánchez habrían sido como darse un tiro en el pie.

Ahora se abre una segunda oportunidad para el aspirante a candidato, que necesariamente pasa por una alianza con Pablo Casado para dar estabilidad a España. Se ha puesto de manifiesto que la llamada "nueva política" solo sirve para desestabilizar. El tan demostado bipartidismo ha sido lo único que ha funcionado en la reciente historia de la democracia española.

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