Pedro Sánchez ha decidido esta semana sacarse un nuevo conejo de la chistera cuando nadie en el sector financiero estaba avisado de que iban a presenciar un truco de magia en pleno verano y con las alarmas de recesión sonando de un modo cada vez más intenso. El Gobierno está dispuesto a gravar lo que ha calificado como "beneficio extraordinario" de los bancos españoles con una nueva tasa que aspira a recaudar un total de 3.000 millones de euros durante los dos próximos años, y que detraerá parte del impacto positivo que se espera de la subida de tipos de interés en la zona euro.