Los geólogos llevan desde noviembre horadando las entrañas del viejo distrito minero de Linares. Que allí hay plomo y plata, se sabe desde tiempo inmemorial. Lo que ahora las empresas Kerogen e Insersa intentan determinar es si queda tanto y de tanta calidad como para que, treinta años después de que cerrase la última mina, sea rentable una nueva explotación. De momento lo que ha trascendido, por boca del alcalde Raúl Caro-Accino, es que las prospecciones marchan "a buen ritmo". Las renovables y las baterías para coches eléctricos, nuevas aplicaciones para el plomo, dan una segunda oportunidad a la minería linarense.

Delegado en Andalucía de elEconomista