Opinión
"Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor". Era lo que, el 13 de mayo de 1940 el Primer Ministro británico Winston Churchill dijo a la Cámara de los Comunes que tenía que ofrecer; palabras con las que pretendía exaltar el valor de los soldados del ejército británico durante la Segunda Guerra Mundial. Pues bien, parafraseando el mítico discurso de Churchill "sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor" es, precisamente, el precio a pagar en los tiempos que corren por aquellos que -poseídos por un espíritu idealista/aventurero- deciden emprender una actividad económica en nuestro país. Y es que, como todo emprendedor sabe, ser empresario en los tiempos que corren puede que no cueste sangre, pero sí mucho esfuerzo, muchas lágrimas y, desde luego, mucho sudor.