Periodista económico

Probablemente ni Pedro Sánchez ni ninguno de los miembros del Gobierno y sus partidos se han leído la Biblia, pero, a pesar de ello, si demuestran ser fervientes practicantes de algunos de sus moralejas y preceptos, especialmente ese de ver la paja en el ojo ajeno y tapar la viga en el propio. Y aplicando precisamente ese proverbio bíblico rechazaron con el apoyo de sus socios de la Frankestein abrir una comisión de investigación sobre el caso del Tito Berni y la presunta trama de corrupción del hasta antes de ayer fuera diputado socialista.

En un alarde de generosidad y de altruismo, insólito en los tiempos que corren para la coalición socialpopulista, el Gobierno se puso de acuerdo por una vez consigo mismo, que no con la sociedad y los principales afectados, y alumbró una reforma de las pensiones que más que una solución para el sistema es un nuevo impuesto revolucionario al empleo, a la competitividad de las empresas y a la atracción de inversiones, además de un nuevo estímulo a la fuga de nuestras multinacionales y talento siguiendo la estela que ha marcado Ferrovial.

Nervioso y exaltado Pedro Sánchez por la caída irrefrenable en las encuestas, el estallido de la guerra civil en un gobierno de coalición que nunca estuvo unido, la excarcelación de violadores y delincuentes sexuales -van ya 74 y más de 700 rebajas de condena- por la ley del solo sí es sí, la escalada imparable de los precios, el paro que no cesa, el empobrecimiento general, y el rechazo de las mujeres -muchas socialistas incluidas- por los efectos negativos de la Ley trans, con el añadido del casposo affaire de corrupción del Tito Berni con sus añadidos de prostitución y cocaína, decidió ponerse el disfraz de feminista ante la conmemoración del 8-M y anunció la aprobación de una ley de paridad.

Andan el presidente Pedro Sánchez y la ministra Calviño repartiendo carnets de patriotismo y acusando nada menos que renegado antipatriota a Rafael del Pino por la decisión de trasladar la sede social de Ferrovial a Países Bajos. Ellos que no han tenido escrúpulos en indultar a los golpistas catalanes, en derogar el delito de sedición y rebajar la malversación a la orden de sus socios independentistas, que han pactado con los separatistas vascos de EH Bildu herederos de los terroristas de ETA y que gobiernan en coalición con un partido populista, bolivariano y que defiende la autodeterminación de Cataluña.

Se veía venir y mucho ha tardado en producirse, pero al final Ferrovial ha sido el primero y desde ámbitos próximos a las altas esferas del mundo empresarial se vaticina ya que no será el único ni el último, porque “llevamos tiempo quejándonos a Hacienda de la increíble presión fiscal que sufrimos y lo fácil que es deslocalizarse”, en palabras de un empresario de la construcción. Y aunque oficialmente la decisión de Rafael del Pino de llevar la sede de Ferrovial a los Países Bajos, al tiempo que comenzar a cotiza en EE UU se explica por motivos de “ambición internacional”- que también- la realidad es que en el trasfondo de esta determinación ha pesado también el discurso hostil y las acciones agresivas del Gobierno de Pedro Sánchez contra las empresas, creando un ambiente de falta de seguridad jurídica y un clima perjudicial para el desarrollo de la actividad y la competitividad empresarial.

Como el protagonista de la comedia dramática dirigida por Peter Weir en 1998, Ramón Tamames se va a convertir, a punto de cumplir 90 años, en el protagonista de un show parlamentario y televisivo de realidad simulada disfrazado de moción de censura, con guion de Santiago Abascal y Vox que aportan la puesta en escena y el protagonista, para mayor gloria de Sánchez&Cia Producciones que será quien finalmente rentabilizará los beneficios de una ficción improcedente que no se le hubiera ocurrido ni al más espabilado de los estrategas de Moncloa, si es que alguno queda.

Andaba la ciudadanía española empobrecida y preocupada por la imparable subida de la cesta de la compra, hoy un 15% más cara que hace un año, cuando el ministro Luis Planas, que lo es de Agricultura, Pesca y Alimentación, decidió convocar el Observatorio de la Cadena Alimentaria, organismo en el que están todos los que son en el sector: cuatro ministerios, cinco comunidades autónomas y las organizaciones empresariales y profesionales, además de los sindicatos CCOO y UGT. Y, efectivamente, como estaba previsto el ministro los vio, se hizo la foto, escuchó algunas peticiones, fuese y no hubo nada.

Nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. Esta frase del poema “Las dos linternas” de Ramón de Campoamor, sirve hoy para definir la revisión de las previsiones de crecimiento económico de la Comisión Europea para la UE y para España. Claro que, reconociendo la sustantividad del aforismo del poeta también es verdad que hay cristales más limpios y diáfanos que otros y miradas subjetivas, cuando no interesadas o superficiales.

La justicia defiende mejor al Estado que el Gobierno de Sánchez. Estas palabras, pronunciadas desde la Tribuna del Congreso durante el debate de la proposición de Ley para tipificar como delito el referéndum ilegal, cobraban todo su sentido tras la revisión del Tribunal Supremo de la sentencia del “procés” que confirma a la Justicia como la auténtica salvaguarda de la democracia, la Constitución y el Estado de Derecho frente a las decisiones autoritarias del sanchismo gobernante.

Si Pedro Sánchez cumple su palabra, por una vez y sin que sirva de precedente, parece que la anunciada subida en un 8% del salario mínimo interprofesional (SMI) hasta 1080 euros en catorce pagas, es ya una realidad, con efectos retroactivos desde enero. Una subida que bien pudiera definirse como “el salario del miedo”, parafraseando el título de esa extraordinaria película de Henri-Georges Clozot, de principios de la década de los cincuenta, con una no menos extraordinaria interpretación de Yves Montand.