Opinión
El dinero tiene miedo. Y no es para menos. Ante la incertidumbre regulatoria, comercial y macroeconómica que se cierne sobre el país, pero también sobre el continente y el planeta, ¿cómo no iba a tenerlo? El miedo suele acompañar al dinero, pero es un compañero traicionero que desconoce la reciprocidad: temer no implica ganar, más bien lo contrario. El miedo puede sernos útil como aviso ante amenazas o desafíos, pero no siempre es sabio. El sabio decía que no hay nada más hermoso que saber la verdad. En el mundo actual de hiperabundancia de información, esta enseñanza ha evolucionado. Ahora solemos decir que, sin datos, solo eres una persona más con una opinión.