En el último año las empresas españolas vienen afrontando un escenario inusitadamente complejo para la gestión de los recursos humanos. Las secuelas de la pandemia y una inflación disparada coinciden con un aumento de las dificultades para encontrar y retener trabajadores sin precedentes desde los años previos al estallido de la crisis financiera en 2008. Y esto obliga a apostar por fórmulas alternativas al salario convencional.