Quienes deciden dónde situar los tipos de interés oficiales de una economía no deberían escuchar a los políticos. Esa es la teoría. Aunque no siempre ha sido así. Hubo etapas en las que los gobiernos manejaban a los banqueros centrales. Un buen ejemplo fueron los años 70, muy recordados últimamente por ser un periodo de elevada inflación. En aquellos años, muchos bancos centrales ni siquiera tenían mandatos claros ni autonomía. Ahora estos organismos deben ser independientes y tener una estrategia para alcanzar unos objetivos que sí están marcados. Pero cada vez más voces alertan de que la credibilidad y la independencia de los banqueros centrales están en juego de nuevo, en un año en el que coinciden elecciones en medio mundo con un giro en los tipos de interés.

Jefa de Redacción de Bolsa & Inversión de elEconomista