Economista es inspector de Hacienda. Coautor de ?La factura del cupo catalán. Privilegios territoriales frente a ciudadanía? (La Esfera de los libros, 2025).

Los españoles pagamos en 2024 el tipo efectivo del IRPF más elevado de la historia. Esto no sólo quiere decir que la recaudación de nuestro principal impuesto volvió a alcanzar el máximo histórico, sino que también, los españoles tuvimos que dedicar más porcentaje de nuestra renta que nunca antes a pagar el impuesto sobre la renta. Esto no es ninguna novedad porque lleva pasando varios años, y la previsión es que en 2025 se repita, máxima recaudación y más tipo efectivo, porque seguimos padeciendo inflación, y el legislador estatal no actualiza ningún parámetro del impuesto.

El viaje oficial del presidente del gobierno, Pedro Sánchez, a China no iba a sentar bien a la administración Trump. Pero, todas las acciones tienen consecuencias, también la guerra arancelaria iniciada por el presidente norteamericano. Lo primero que parece olvidarse en esta cuestión es que la Unión Europea es una zona de libre comercio, con lo que la política comercial, y especialmente el arancel es común. Por eso, la única autoridad para reducir o aumentar los aranceles es la Comisión Europea. Un barco que llega al puerto de Barcelona paga el mismo arancel por cada categoría de productos, que en cualquier otro puerto europeo. Si eso no fuese así, se producirían enormes distorsiones en un mercado de europeo, que dejaría de ser único, con un gravísimo perjuicio a los intereses generales. Por eso, el viaje de Sánchez hay que entenderlo en el marco de la política europea. Y obviamente, cuando a Europa y especialmente a China se le cierra el mercado estadounidense, es inevitable que se busquen alternativas, aunque no gusten.

La nostalgia, especialmente de lo que nunca existió, o de lo que idealizamos, puede ser peligrosa, sobre todo cuando hablamos de un glorioso pasado. Esta idea estuvo muy presente, por ejemplo, en el Brexit, con el que Gran Bretaña quería recuperar su pasado imperial, y cuyas consecuencias han sido en buena medida negativas para los propios británicos. No lo olvidemos, los procesos de integración y cooperación económica crean riqueza, y la reducción de mercados y la autarquía crean pobreza.

La libertad no hace a los hombres más felices, los hace sencillamente hombres". Parafraseando a Manuel Azaña, podemos decir que los presupuestos no mejoran, necesariamente, la gestión de una economía, pero sí la hacen más democrática, y la legitiman. El reverso de los impuestos que se exigen a los ciudadanos es que su importe se destine a atender las cargas públicas. Pero, tanto las necesidades privadas, como también las públicas son infinitas. Por eso hay que decidir a qué se destina el dinero de los impuestos que pagamos, y para eso los legitimados son los parlamentos, no los gobiernos.

En este mundo sólo hay dos certezas, la muerte y pagar impuestos”. Si hubiese vivido en los tiempos actuales, a Benjamin Franklin, padre fundador de los Estados Unidos, inventor del pararrayos, y autor de la frase, se le hubiese considerado un optimista. Como cualquiera que se dedique a los impuestos sabe, determinar los impuestos que cualquier ciudadano tiene que pagar es cada vez menos una certeza. Hoy comentaré algunos casos relativos al impuesto que más contribuyentes tiene, y que más recauda, el IRPF. No tenemos precisamente certezas, y cuando las teníamos, a menudo cambian. Y no, no estoy hablando de contribuyentes que tienen dinero en el banco para vivir cien vidas, ni de los que conducen Lamborghinis, sino de los contribuyentes con menos recursos.

Las administraciones públicas sólo podrán contraer obligaciones financieras y realizar gastos de acuerdo con las leyes. "En la enorme polvareda que tenemos sobre el aumento del presupuesto de defensa al 2% del PIB o más, parece que todo el mundo se ha olvidado de este mandato constitucional contenido en el artículo 133 de nuestra Carta Magna. Si se quiere gastar más, mucho más, en Defensa, habrá que hacerlo de acuerdo con las leyes. Especialmente, de acuerdo con los Presupuestos Generales del Estado, que "incluirán la totalidad de los ingresos y gastos del sector público estatal", que es otro mandato constitucional, en este caso del artículo 134.

La guerra es la continuación de la política por otros medios… la guerra debe tener un objetivo político". La clásica definición de Clausewitz también se aplica a las guerras comerciales. El gran problema de Estados Unidos no es que haya endurecido su política de aranceles, sino que le ha declarado la guerra "comercial" a casi todo el mundo a la vez: Canadá, México, China y la Unión Europea. Ni Estados Unidos, ni prácticamente nadie va a ser más próspero como consecuencia de las políticas arancelarias de Trump, incluso aunque nadie aplicase medidas de represalia, que ya han empezado y se endurecerán.

Un Lannister siempre paga sus deudas, una comunidad autónoma, NO. Y no sólo es una cuestión de que, por presión independentista, a la Generalidad de Cataluña, el Estado le condone una parte de su deuda. Es una cuestión general, todas las Administraciones Públicas refinancian sus deudas, mientras que los particulares, no. Por eso, cualquier comparación con la hipoteca de un particular implica que, o bien no se ha comprendido nada, o, simplemente, se pretende que nadie entienda nada.

Uno de los eslóganes clásicos del populismo fiscal de izquierdas es el ya conocido "que paguen los ricos". La consecuencia inmediata de esta premisa es reducir al mínimo la contribución de los más pobres al sostenimiento del gasto público. La cara más visible lo que un ciudadano contribuye es lo que paga en el IRPF. Sin embargo, en un país donde, afortunadamente, predomina la clase media, la mayor parte de los ingresos fiscales proviene de impuestos masivos, en particular del IRPF, que representa el 44,5% de la recaudación estatal.

A todos, o a casi todos, nos gustaría obtener los mismos ingresos reales trabajando menos tiempo. Este deseo se ha ido cumpliendo a largo plazo. Trabajamos menos tiempo que nuestros abuelos, y vivimos mejor. La clave de que esto haya sido posible es la mejora de la productividad debida fundamentalmente al progreso tecnológico. Pero, que eso se haya cumplido en los últimos doscientos cincuenta años, desde la revolución industrial, no significa que, en estos momentos en España sea una buena idea reducir la jornada máxima de trabajo por ley.