
Los españoles pagamos en 2024 más IRPF que nunca. Esta recaudación récord se debe tanto al aumento de la base, como, especialmente al aumento del tipo efectivo medio, que ha vuelto a subir. Este aumento del tipo efectivo, que también es de récord, supone que los españoles destinamos, de media, más porcentaje que nunca de nuestros ingresos para pagar el IRPF.
Sin embargo, el IRPF no parece haber subido, al menos si se mira el BOE, pero en la realidad, lo ha hecho, y mucho, y lo ha hecho para casi todos los contribuyentes. Y la explicación de todo esto radica en tres palabras, progresividad en frío, es decir que no se ha adaptado ningún elemento estructural del IRPF a la inflación que hemos padecido, especialmente después de la pandemia. En los últimos años, no adaptar el IRPF ha sido la principal subida de impuestos en España.
En general, se cree que se paga más IRPF porque se salta de tramo en la tarifa cuando hay una subida salarial (o en general de la renta percibida). Esto es una verdad a medias. Si se salta de tramo, obviamente se paga más IRPF. Sin embargo, si no se llega a saltar de tramo, lo que sí ocurre es que más parte de la renta tributa en el tramo más alto. Y en ese caso, el tipo medio efectivo, la parte de la renta dedicada a pagar el impuesto, sube, y por tanto, también pagamos más. Por eso, si no se quiere subir el IRPF con la inflación no sólo habría que ajustar la tarifa, sino también otros elementos del impuesto que nos afectan a todos como los mínimos personales y familiares. Las rentas más habituales, e importantes, en España son los rendimientos del trabajo, que incluyen salarios y pensiones. De ellas, se obtienen más de un 80% de la recaudación del IRPF. Entre 2018 y 2024, la inflación fue de un 21% aproximadamente. El aumento de los salarios estuvo en una línea parecida, ya que según la encuesta de estructura salarial del INE fue del 17,8% entre 2018 y 2023, y las estimaciones de 2024 rondan el 3%. En principio, los trabajadores deberían haber mantenido su poder adquisitivo.
Sin embargo, el tipo medio de retención de los salarios pasó del 15,5% al 17,1%, una subida de 1,6 puntos. La subida del tipo medio efectivo del IRPF, para todas las rentas, ha sido superior, puesto que ha pasado del 12,4% al 14%. Esta subida de 1,6 puntos del tipo medio de tributación supone un incremento de la tributación del 13% aproximadamente. Sin embargo, las rentas salariales, en términos reales, no aumentaron. Por lo tanto, estamos ante una importante subida de impuestos. De hecho, esta subida de impuestos, acaba suponiendo que los trabajadores pierdan poder adquisitivo y renta real. Si la misma renta real, antes pagaba un 12,4% de IRPF y ahora paga un 14%, y esta renta real no ha aumentado, lo que ocurre es una reducción de la renta disponible, debida al IRPF.
Por dar una cifra aproximada a la subida de impuestos, si tomamos la base del IRPF de 2024, 901.877 millones de euros, y le aplicamos el aumento del tipo, el 1,6%, nos da 14.430 millones de euros. Esta cifra supone algo menos de una tercera parte del aumento de recaudación del IRPF (gestionado por la Agencia Tributaria, es decir excluyendo Navarra y País Vasco). En el caso de los salarios, no hay aumento real, aunque sí lo han hecho ligeramente las pensiones, por lo que la cifra de lo que es el aumento de impuestos, que se deriva exclusivamente de la inflación (y no de tener más renta real) quizás pueda ser algo inferior, pero no bajaría de los 12.000 millones de euros anuales en 2024. Hay otra parte del aumento de la recaudación que se debe a la inflación, pero que no es una subida de impuestos. Hay más bases en términos nominales, como ocurre con el IVA, pero si no se tocan los tipos, se recauda más en euros corriente, pero no hay una subida de impuestos. De hecho, los españoles también no hemos visto beneficiados de una ligera bajada de impuestos en términos reales, la congelación de la cuantía de los impuestos especiales que se cobran por litro de carburante o de alcohol, desde 2015. Lo que ocurre es que la cuantía palidece ante el demoledor y millonario efecto de la progresividad en frío en el impuesto sobre la renta. Por último, la recaudación del IRPF también ha aumentado porque hay más españoles trabajando y, también cobrando pensiones.
En 2025, volveremos a batir todos estos récords, de recaudación por IRPF, probablemente también de recaudación general, y desde luego de tipo medio efectivo. La razón es que seguimos padeciendo inflación, y no se adapta ningún parámetro del impuesto para la inmensa mayoría de los contribuyentes. Eso sí, el aumento de la recaudación del IRPF es superior al del resto de impuestos. Eso supone que cada vez más porcentaje de la recaudación proviene del IRPF. En los últimos meses, está en el 46% y subiendo. Es literalmente medio sistema fiscal. Por eso, cualquier modificación normativa o de gestión resulta especialmente delicada, porque hay muchísimo dinero en juego.
En este sentido, que lo primero que se vaya a ceder a la Generalidad de Cataluña en el acuerdo de "financiación singular", más y mejor conocido como cupo para Cataluña, sea el IRPF implica un enorme riesgo. No sólo es una cuestión de que los contribuyentes reciban peores servicios, y estamos hablando de un impuesto con más de 23 millones de declarantes, sino de que los errores y el fraude pueden alcanzar cifras muy elevadas. En cualquier caso, el aumento de la recaudación, que se debe fundamentalmente al IRPF no ha permitido reducir el déficit público, que estaba en 2018 en 30.000 millones de euros, un 2,55% del PIB y en 50.000 millones, un 3,15% del PIB en 2024. Además, últimamente se percibe tanto el empeoramiento de algunos, servicios públicos, como también, desgraciadamente, deterioro institucional y corrupción.
No me parece que batir el récord de tipo en el IRPF sea, per se, una buena noticia. Pero si se compensase con una gran mejora de la eficiencia del gasto, o de reducción del déficit, estaría justificado. Y, evidentemente, si se percibiese menos corrupción, sería mejor aceptado por los ciudadanos. Ésta última es una cuestión muy relevante, aunque sólo sea porque convencer a los españoles que deben pagar sus impuestos es la medida anti-fraude más importante de todas, y no es fácil. De hecho, a veces resulta cada vez difícil.