Opinión
Gran parte de la sabiduría convencional sobre la actual crisis del gas natural en Europa –provocada por la reducción de los suministros de Rusia– se basa en dos supuestos: que la economía alemana depende del gas ruso barato y esta exposición ha salido espectacularmente mal para los intereses del mal que ahora gobierna Olaf Scholz. Pero aunque la industria alemana es fuerte, y el país importa mucho gas natural de Rusia, un examen más detallado de las cifras y los aspectos económicos no apoya la narrativa predominante.