Nayib Bukele y El Salvador están siendo protagonistas de un auténtico milagro. Poniendo el foco en las frías estadísticas, sin entrar a valorar los métodos y políticas que han permitido esta transformación (no son pocos los que critican las controvertidas medidas adoptadas por Bukele), este país centroamericano ha pasado de ser uno de los más inseguros del mundo a convertirse en una auténtica balsa. La drástica caída de la tasa de homicidios y de la criminalidad resulta incuestionable. Sin embargo, hasta el día de hoy, el Gobierno de Nayib Bukele tenía una cuenta pendiente: la economía.

Las condiciones financieras se han relajado tanto que ya son igual de acomodaticias que antes de que la Reserva Federal (Fed) empezara a subir tipos. El mercado se ha quitado de encima el peso del ciclo restrictivo y respira aliviado porque lo peor ya ha pasado, algo que se lleva descontando semanas, pese a que la confirmación llegara hace apenas 24 horas. Este convencimiento ha propiciado un entorno financiero bastante más amable, sin necesidad de que se hayan efectuado, ni si quiera, los primeros recortes de tipos. La expectativa de que eso va a suceder ha bastado al mercado para mover ficha y aflojar.

El Salvador sigue apostando por extender el uso del bitcoin en su sistema financiero y va a emitir el primer bono soberano respaldado por esta criptomoneda en el primer trimestre de 2024. Aunque la operación estaba prevista para marzo de 2022, esta se pospuso por las desfavorables condiciones del mercado. Pero ahora, la Oficina Nacional del Bitcoin (ONBTC) salvadoreña ha confirmado la nueva fecha. El Estado pretende recaudar 1.000 millones de dólares para pagar y refinanciar su deuda tras sus dificultades crediticias.

El mercado ha sentado la bases para una rotación de carteras, que ya ha comenzado, según los analistas. Los recortes de tipos de la banca central se dan por hecho para el curso que viene y el optimismo se extiende en lo que a la flexibilización monetaria se refiere. Estas perspectivas ya se están traduciendo en un mayor apetito por las empresas que han sido las grandes ignoradas del ciclo, más baratas, más sensibles a los tipos y con visos de recuperación.

El oeste de Australia está siendo escenario de la pugna mundial por el oro blanco, mineral necesario para la fabricación de baterías sobre las que pivota la transición energética mundial. Como en un western, firmas mineras de todo el mundo llegan al estado de Australia Occidental con la intención de controlar proyectos de litio y tomar posiciones en un mercado cuya demanda aumentará exponencialmente en las próximas dos décadas. En esta lucha de poderes no faltan los multimillonarios del país, cuyas fortunas se han forjado al albor de la minería, y quienes quieren otro trozo de la tarta. Por si fuera poco, esta contienda discurre de forma paralela a la guerra comercial entre EEUU y China, la cual afecta a los aliados de la Casa Blanca, como Australia, país que quiere reforzar su rol en el mercado del oro blanco.

Wall Street se acerca a un punto muerto. Los principales índices de Estados Unidos se encuentran con que el año que viene el mercado espera una cascada de recortes de tipos y, por ello, hay quien cree que esto abrirá la puerta a un nuevo impulso en la renta variable. Sin embargo, el S&P 500 ya ha subido un 18% y expertos como Goldman Sachs y JP Morgan están alertando de que 2024 será un año modesto en sus ganancias porque las buenas noticias ya se están descontando (una Fed más laxa, aterrizaje suave, etc.). Al mismo tiempo, diversos expertos están ya avisando de que hay una montaña de combustible con la que prender la mecha de los mercados: el efectivo.

El mercado está esperando a que la Reserva Federal (Fed) baje los tipos de interés. Los recortes se dan por hecho para el curso que viene, con la única incógnita de cuándo se producirá el pistoletazo de salida. Esta asunción, que los bancos centrales han terminado de maniobrar, ya se ha reflejado en las valoraciones. Y eso va a limitar el rendimiento de la bolsa el año que viene, que será un ejercicio modesto para el S&P 500.

Panamá lleva cinco semanas sumida en una crisis por la minería. Las revueltas han paralizado el país desde de que el Gobierno extendió una concesión de explotación a la firma canadiense First Quantum Minerals, el 20 de octubre. La decisión provocó tal oposición que el caso ha terminado con la Corte Suprema declarando inconstitucional la ley que permitía continuar con las operaciones en el yacimiento. Pero no solo eso, ya que en estas semanas se ha aprobado otra norma que prohíbe prolongar más liciencias para cualquier actividad minera y el ministerio ya está tramitando decenas de cancelaciones de otras concesiones.

Tras casi dos años de subidas ininterrumpidas, para los analistas, el euríbor ha tocado por fin techo en el actual ciclo restrictivo de los tipos de interés. Con la referencia en máximos de 2008, el mercado ya proyecta su trayectoria descendente y los expertos confirman que 2024 será el año en el que cambie la tendencia para el índice hipotecario. En todo caso, la moderación de las hipotecas será progresiva y las familias no verán las primeras revisiones a la baja hasta primavera.

Los medicamentos para adelgazar se han convertido en la gallina de los huevos de oro de Novo Nordisk y Eli Lilly, las farmacéuticas que comercializan los tratamientos más demandados (Ozempic, Wegovy o Mounjaro). Sin embargo, la capitalización de este éxito en solo estas dos compañías ha dejado un reguero de perdedoras en el mercado y, además, ha impedido que decenas de acciones defensivas actúen como tal.