El coronavirus, además del coste humano debido a su rápida propagación, está teniendo un impacto terrible sobre la economía. La paralización de la actividad económica en países enteros comportará, a buen seguro, revisiones a la baja de las previsiones de crecimiento que a estas alturas son imposibles de cuantificar. Como las bolsas recogen expectativas, hemos asistido a una espiral de caídas que parece no tener límite, igual que el coronavirus no discrimina entre jóvenes y mayores, las caídas afectan por igual tanto a buenas compañías como a las menos buenas. Todas sin excepción se ven afectadas. Por una vez, y sin que sea habitual, nos tenemos que fijar en China, país a quien siempre se acusa de copiar a Occidente. Ahora es el modelo a seguir, no sólo en la gestión de la crisis sanitaria con el confinamiento de la población para evitar la propagación de la pandemia, sino también porque al ser el primer país afectado, ya estamos conociendo el impacto en las magnitudes macroeconómicas.

Chief Investment Officer Wealth, Advisory & Products de Vall Banc