Opinión
Una llamada de voz puede parecer inofensiva. Apenas tres minutos, un par de teclas pulsadas y listo. Ningún indicio de humo o gases. Parece que no contamina. Sin embargo, en un mundo que mide la sostenibilidad en gramos de CO?, hasta el más mínimo gesto digital tiene un impacto ecológico. Y si bien hasta hace poco las llamadas eran el epicentro de nuestras comunicaciones, hoy han quedado relegadas a un segundo plano. Si antes necesitábamos hablar para comunicarnos, ahora lo hacemos por medio de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería.