La revolución del satélite directo al móvil no es ya una promesa futura, sino una realidad en marcha que está transformando silenciosamente las reglas del juego. Lo que hasta ahora era un ecosistema basado en operadores móviles tradicionales y redes terrestres robustas comienza a convivir -y en algunos casos competir- con redes no terrestres (NTN), constelaciones globales y servicios que cruzan fronteras sin necesidad de permisos locales ni inversión en infraestructura nacional.

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