Escribiendo cosas económicas desde 2018, pero ya he pillado unas cuantas crisis. Di mis primeros pasos en Europa Press y luego en El Confidencial. Ahora sigo el rumbo del dinero y los mercados en El Economista.

2023 fue un año de locura para el café que se revalorizó un 71%. Tras este potente rally, los expertos esperaban que las subidas de la materia prima se templaran o incluso que dieran paso a un periodo de relajación en los precios. Sin embargo, lejos de suceder esto, el precio de los granos más básicos (robusta) se están disparando un 46% solo en lo que llevamos de año y un 71,5% desde octubre, llevando la tonelada a los 3.900 dólares. Sin embargo, esta cifra no ha sido precisamente la más alta de un año cargado de volatilidad y, de hecho, este mismo mes de abril ha llegado a superar la cota histórica de los 4.000 dólares.

Europa entre 2022 y 2023 logró un auténtico hito: desconectarse del gas ruso. Si en 2021 el 33% de todo el gas que compraba el continente era ruso, para diciembre de 2023 la 'dependencia' se redujo solo al 13%. Con países como Alemania viviendo una verdadera crisis con el coste de esta profunda desconexión e incrementando los pedidos a EEUU y Noruega, con el incremento de precios que esto ha supuesto. En términos totales, las llegadas de gas ruso han pasado de los 150 BCM a apenas 43 BMC. Sin embargo, cuando el camino parecía trazado hacia una dependencia cada vez menor, 2024 ha arrancado con una gran sorpresa para propios y extraños: las llegadas de gas ruso a Europa están aumentando sensiblemente.

La SEC ha anunciado en la madrugada del jueves un gran hito para la industria 'cripto'. El regulador de los mercados de EEUU ha anunciado que daba luz verde a la propuesta de Cboe Global Markets para cotizar productos vinculados a la segunda mayor divisa digital del mundo. Se había creado una expectación máxima a pesar de la aprobación de un vehículo similar para bitcoin y los expertos daban por hecho la semana pasada que no lograrían el permiso.

Materias primas

La OPEP se acerca a un momento que puede marcar por completo tanto su historia como al mercado petrolero de todo el mundo: el final de los recortes. El grupo se acerca a una reunión clave en junio, en la que tendrá que decidir si ampliar o no los límites a la producción o, por el contrario, empezar a reducirlos poco a poco. En principio la gran mayoría de instituciones y analistas dan por hecho que, con un petróleo en retroceso y el contexto actual de mercado, el cártel tomará la determinación de mantener sus restricciones. Sin embargo, tanto las fisuras dentro del cártel como numerosos factores están generando el contexto perfecto para que el encuentro siente las bases de la desescalada y la decisión pueda llegar en meses posteriores.

La economía de Argentina se encuentra en una situación muy delicada. La inflación sigue siendo extremadamente alta, la actividad se encuentra en terreno recesivo y el riesgo de default sigue acechando a la deuda del país. Sin embargo, entre tantas nubes ya se pueden atisbar algunos rayos de luz que revelan un posible cambio de tendencia, como pueden ser la reciente desaceleración de precios, los superávits públicos, la caída del riesgo país, la incipiente estabilización del peso o el incremento de las reservas de divisas. Este último resulta vital para que Javier Milei pueda seguir adelante con el proceso de dolarización. Poco a poco, Argentina se está acercando a esta etapa que culminará con el cierre del Banco Central de la República Argentina.

La guerra de Ucrania ha dejado un reguero de devastación económica. Los dos contendientes han visto su crecimiento comprometido, mientras que la UE se ha visto totalmente impactada en su mercado energético y con una 'escalada' de sanciones. Según el Banco Mundial, solo por las disrupciones en el comercio que ha provocado el conflicto, y sin tener en cuenta otros factores, este evento ha restado al PIB mundial un 0,7%. Sin embargo, ha habido un ganador con mayúsculas de este enfrentamiento: Georgia lleva ya más de dos años en un auténtico festival económico.

Los analistas más bajistas de Wall Street se están rindiendo ante la fortaleza de la bolsa en este mes de mayo. Morgan Stanley y Deutsche Bank acaban de mejorar sus perspectivas sobre el S&P 500 debido a los positivos resultados empresariales. Pese a que las apuestas de recortes de tipos de la Reserva Federal (Fed) han ido mermando a lo largo de los meses, ahora parece que la confianza en el desempeño del sector privado es suficiente para motivar las alzas. Aunque este es el argumento que apoya el recorrido de la bolsa y que ha propiciado las últimas mejoras de los pronósticos, la reciente conquista de máximos históricos limita su potencial.

Europa se ha visto atravesada por numerosos problemas en los últimos años. Primero, el covid, seguido una crisis de suministros y, para finalizar, una guerra en su extremo oriental que ha provocado que tengan que cambiar su suministro energético en tiempo récord. Paralelamente, una enorme subida de los tipos de interés ha arrastrado a su economía a una situación complicada, con la industria siendo azotada por la inflación y una menor demanda interna y externa. Sin embargo, estos problemas, que pueden ir variando con el paso de los años, languidecen ante el gran desafío de la eurozona que tiene que afrontar en el próximo lustro: una crisis de productividad.

Una auténtica 'fiebre' recorre Wall Street sin llamar especialmente la atención. Con todos los focos posándose en la Inteligencia Artificial y el potente rally de las tecnológicas, pocos han reparado en que hay un conjunto de valores que está viviendo una euforia comparable: la industria nuclear. La energía basada en la fisión de los átomos se encuentra ante un momento totalmente trascendental en su historia, donde puede aspirar a un rol mucho más preponderante en los sistemas energéticos mundiales y, en particular, en EEUU. De hecho, diversos expertos están apuntando a un importante periodo de expansión en las centrales para asumir una demanda energética renovada.

EEUU ha reanimado la guerra comercial tras tres años y medio de tensión soterrada y lo ha hecho poniendo el coche eléctrico en el centro del conflicto. El pasado martes, la Casa Blanca lanzó un comunicado con una revisión al alza de aranceles impuestos a sectores clave de China. Al frente de todos ellos estaba el coche eléctrico que pasaba del 25% al 100% este mismo año. El propio Biden explicó que quiere evitar a toda costa que un tsunami de coches eléctricos baratos inunde su mercado, dañando de forma muy sensible a su industria y debilitando así a un sector que tiene que sostener una nueva era de la automoción. Sin embargo, y a pesar de lo que pueda parecer, las firmas chinas no han experimentado ningún sobresalto tras la noticia, nada parece haber cambiado… excepto que ahora Europa se convierte en el gran campo de batalla de un enfrentamiento Pekín-Bruselas.