Escribiendo cosas económicas desde 2018, pero ya he pillado unas cuantas crisis. Di mis primeros pasos en Europa Press y luego en El Confidencial. Ahora sigo el rumbo del dinero y los mercados en El Economista.

La Reserva Federal mira desde las alturas el final del ciclo más agresivo de la historia de la institución, en los últimos cuarenta años. El banco central enfrenta este miércoles una reunión clave no por los movimientos que se realizarán, pues todos dan por hecho que no se tocarán los tipos, sino porque arrojará luz sobre la gran pregunta que atraviesa de lleno a los mercados. ¿Qué hara la Fed? ¿Una rápida sucesión de bajadas o un descenso mucho más suave? Este dilema, que ha dividido en dos a los analistas, puede quedar resuelto este mismo miércoles, cuando la institución se pronuncie por última vez antes de la reunión de marzo. Es ahí donde todas las apuestas del mercado están depositadas.

El mundo se prepara para un cambio de tendencia. A pesar de que los principales bancos centrales del mundo empezaron en 2022 y finalizaron en 2023 su ciclo alcista de tipos, el golpe en la economía podría dejarse sentir este año. Además, los últimos datos de China advierten que el gigante asiático podría vivir una potente ralentización a medida que surgen nuevos problemas como una amenaza deflacionaria y una crisis del ladrillo histórica. En resumen, todos estos factores acercan al mundo a una desaceleración que podría golpear a la economía de EEUU y a Europa.

China sigue a lo suyo. Ni la desaceleración de su economía ni el desplome de sus mercados financieros están deteniendo el 'atracón' de petróleo que se están dando sus refinerías y empresas petroleras. Aunque la lógica económica dice que una economía que crece menos y que pierde población debería consumir menos crudo, las empresas estatales chinas han vuelto a importar una cantidad récord de petróleo en diciembre (con Rusia e Irán como grandes beneficiados), lo que podría estar ayudando a sostener el precio del barril por encima de los 80 dólares. Si China sigue los patrones de años pasados, en los primeros meses de 2024 (temporada alta de compras de crudo para Pekín) debería importar cantidades aún superiores. Las grandes preguntas son qué está haciendo con ese petróleo (almacenarlo, refinarlo...) y si Pekín va a mantener este vertiginoso ritmo de compras y cuánto cabe en sus reservas.

Arabia Saudí es el país que sostiene a la OPEP. La nación de Oriente Medio es la responsable de cerca del 32% de todas las remesas del cártel, siendo el tercer productor del mundo solo por detrás de EEUU y Rusia. Todo esto incluso con un potente programa de recortes voluntarios para impulsar el barril, pues el Reino ha pasado en menos de un año de producir 11,03 millones de barriles diarios a los 9 millones actuales. Este es el motivo por el que los ojos del mundo miran a la nación asiática, que se ha convertido en uno de los grandes escudos de una materia prima ahogada por el enorme músculo de los pozos de EEUU y una demanda débil. Esta situación ha llevado a la nación musulmana a serios problemas económicos, con una recesión confirmada y peligros claros para los próximos meses.

El empleo de EEUU ruge a pleno pulmón y el mercado laboral es una de las grandes fortalezas de una economía amenazada por los altos tipos de interés. Tanto la tasa de paro, que se encuentra en zona de pleno empleo (3,7%), como los ingresos (+4,1% en enero) mantienen un nivel muy saludable y dan a la Fed sólidos argumentos para mantener los tipos altos y confiar en un 'aterrizaje suave'. Sin embargo, fuera de las grandes cifras, algunos expertos están advirtiendo de que hay síntomas preocupantes dentro de este gran bastión de los optimistas. De hecho, piensan que se está quedando sin gasolina y que, tan pronto como en la segunda mitad del año, estos problemas comenzarán a emerger a la superficie.

A pesar de la distancia temporal, la posibilidad de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca por un segundo mandato está más cerca que nunca. El magnate ha arrasado en New Hampshire y, una vez ganado en uno de los estados más progresistas del país, tras su triunfo en Iowa se convierte en el primer aspirante republicano en ganar en estos dos estados. Solo la justicia parece capaz de evitar la nominación y la revancha contra Biden, pues las 92 causas pendientes podrían expulsarlo de la carrera.

Uno de los mayores anhelos del mercado está chocando de lleno con la realidad. Los inversores de bitcoin habían puesto toda su atención en el ETF de criptoactivos. La promesa de que algunos de los fondos e instituciones más grandes del mundo, como BlackRock, Wisdom Tree o Fidelity lanzase este producto era una auténtico catalizador para un Bitcoin que subía desatado ante esta promesa. "Uno de los grandes problemas del sector es que incluir estos activos en una cartera supone un alto coste de gestión o grandes dificultades" explicaban los expertos de Julius Baer. En ese sentido, el banco suizo hablaba de la llegada del ETF como un punto de inflexión para toda la industria. El problema es que desde su aprobación no es solo que la criptomoneda más grande del mundo no haya subido, sino que ha caído más de un 18% en apenas dos semanas.

Los bonos viven un momento de agitación atrapados entre la euforia y la decepción con los bancos centrales. En este contexto, una tendencia se ha instalado en Europa. La deuda alemana o las fuertes economías del centro y norte de Europa, están viendo como los inversores están acudiendo en masa a por la periferia, provocando una potente caída en la prima de riesgo de países como España, Grecia, Portugal o, especialmente Italia. En particular, los inversores han visto a estas naciones reforzadas por las nuevas normas fiscales, pero, especialmente, por unos recortes de tipos de interés que pueden ser especialmente positivos para los países más endeudados.

Hace escasos meses los analistas avisaban de que las materias primas eran la gran esperanza de los inversores para hacer frente al complicado contexto que se cernía sobre los mercados. "Evite acciones y compre materias primas", este era el lema de uno de los últimos informes de noviembre de JP Morgan, que se sumaban a otros gigantes como Goldman Sachs o Wells Fargo. Las tres firmas avisaban de un "superciclo alcista" para 2024. En particular, esperaban un crudo desatado y unos metales en remontada, cogiendo a paso cambiado al mercado. Sin embargo, las últimas semanas del año y el arranque de 2024 han hecho saltar por los aires todas las previsiones. Ahora, tras un año complicado y de fuertes caídas, los expertos hablan de que, salvo sorpresa, el 'dolor' seguirá instalado en todos estos activos.

Las expectativas son muy peligrosas, al menos para el mercado. Aupado por la euforia de unos recortes de tipos por parte de la Fed, el dólar ha llegado a vivir una potente subida del 5,7% frente al euro desde sus máximos de octubre. Antes de que avanzase con contundencia, ambas divisas estaban, de nuevo, muy cerca de la paridad y diversos expertos creían que era una posibilidad que realmente estaba sobre la mesa. Actualmente, aunque ese escenario está muy lejos, el dólar está rebotando mientras la ilusión por una Fed agresiva se desvanece y el BCE da pistas de que podría ser quien dispare primero. En ese sentido, los expertos están dando la voz de alarma de que la divisa norteamericana podría estar a las puertas de un despertar que haga más difícil la tarea de Lagarde combatir la inflación.