Fundador y CEO de MONEI

Hace apenas una década, el panorama de los pagos en Europa y el mundo era muy distinto al actual. Predominaba el efectivo y los sistemas de pago cerrados. Cada banco operaba con su propia infraestructura, sin un estándar común que permitiera que todas las entidades hablaran "el mismo idioma". Como resultado, realizar pagos transfronterizos sin fricciones era poco menos que una utopía. Quienes viajaban al extranjero recordarán lo engorroso que era pagar con otro método distinto al efectivo: comisiones elevadas, largos tiempos de procesamiento y una experiencia de usuario poco fluida. Para los comercios, aceptar pagos electrónicos suponía un proceso costoso y burocrático, limitando su competitividad en un mundo que avanzaba a un ritmo vertiginoso hacia la digitalización.

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