Opinión

Balada italiana, sardana catalana

Mario Draghi, ejemplo en el que el nuevo Govern debería fijarse

Las políticas económicas y los estímulos fiscales de cada gobierno aceleran o ralentizan una recuperación que, con estos largos días de mayo y el respetable pisando la calle, se presiente. La vacunación imprime confianza. Con ansias de salir y normalizarnos, la restauración va recobrando su pulso, el comercio revive, la movilidad ya no está tan restringida. Si bien cabe mantener todas las precauciones habidas y por haber, por más que algunos ya estemos vacunados con las dos dosis, enderezamos al menos un caminar más optimista. Pero, insisto, han sido y son las políticas económicas y los estímulos fiscales las que han insuflado auxilio a diversos sectores de actividad golpeados por la rigurosidad de las restricciones proporcionando airbag a empresas y al empleo. En España por desgracia poco airbag tenemos.

Y, de otro lado, es plausible la contribución descollante de la política monetaria, con el Banco Central Europeo y la banca actuando como ángeles de la guarda, así como la Reserva Federal en Estados Unidos y otros bancos centrales en otros países, que ha permitido navegar de forma menos abrupta por aguas procelosas.

Sin embargo, y admitiendo la relevancia de las políticas económicas y monetarias, ha habido otro cariz que ha contagiado de fe a los ciudadanos de distintos Estados: la autenticidad de sus políticos, catapultados a convertirse en una versión moderna de Moisés. En Europa, probablemente, el ejemplo más representativo lo encarna Angela Merkel, esa mujer que siempre sabe estar, y que durante muchos años ha liderado Alemania, ha tomado cuando ha sido necesario las riendas de la diligencia europea y se ha erigido en su voz y en la gran madrina europea. Malhadamente, Ursula Von der Leyen, la mujer sin asiento en Turquía, no se caracteriza por ese fuste de Doña Ángela. La gestión de la Unión Europea ante la pandemia y sus consecuencias económicas ha sido deplorable. Al relato novelesco de las vacunas nos remitimos.

Italia, esa tierra con la que nos sentimos tan identificados los españoles y que está al frente de lo que se conoce como los países periféricos, con lo que tal calificativo entraña de retintín, caracterizada en el plano político por sus constantes desaguisados, por sus tumbos, por sus peligrosas cuentas públicas con una deuda imparable, no obstante cuenta con activos muy solventes: el porte de sus empresarios, su estilo tan peculiar y esa garra que los singulariza, abstrayéndose de devaneos políticos.

Hoy, la imagen de Italia está mejorando a pasos agigantados. Y los 100 primeros días del gran Super Mario Draghi al frente del gobierno italiano se saldan con buena nota. Una de sus primeras decisiones fue agilizar el proceso de vacunación con militares al mando sin que nadie rechistara, con resultados muy positivos. Otro gesto ensalzable de Mario Draghi ha sido el de renunciar al sueldo de primer ministro. Italia va volviendo a la normalidad y posiblemente su crecimiento en 2021 sea más recio de lo previsto. Draghi, como premier italiano, es hombre respetado, goza de la confianza de sus paisanos y genera credibilidad y autenticidad tanto en Europa como en el resto del mundo. El resurgir de Italia contribuirá a que Europa crezca con más energía en 2021, aunque lejos de los rugidos de Estados Unidos y China. En Europa dependemos de que Alemania dé la talla y que sus mariachis le apoyemos. Francia, Italia y España siguen gripadas. En la Unión Europea se advierten recuperaciones asimétricas: en algunos países, como Irlanda, su PIB en 2020 se contrajo sin entrar en zona negativa y en otros del norte y centro de Europa la caída fue ligeramente negativa. Draghi está poniendo toda la carne en el asador pensando en el corto y medio plazo, que es lo pertinente, apelando al orgullo italiano. Por Roma no se habla de la Italia 2050, sino de la Italia de hoy.

Y veremos qué depara el nuevo Govern en Cataluña que económicamente se enfrenta a retos de envergadura. Valga un detalle: Madrid cuenta hoy con el doble de trabajadores en banca y seguros que Barcelona y precisamente los mayores sueldos en España se pagan en tales sectores. Y los hoteles de lujo apuestan por Madrid. Más allá de la vis soberanista, el Govern tendría que centrarse en devolver a Cataluña el protagonismo de antaño, en seducir a las tantas sociedades que se han trasladado fuera de su territorio para que regresen, en desplegar una política económica que tenga como eje al motor que son las empresas catalanas yendo codo con codo con ellas, en que Cataluña deje de ser un infierno fiscal, en remodelar las cuentas públicas, en evitar el proceso de desindustrialización que Cataluña sufre y en dialogar con toda España para no seguir desgastando su imagen que ya no es la de 1992…

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky