
A poco más de una semana del final de la Presidencia Alemana de la UE y a nueve meses de su adiós definitivo a la política activa, sirvan estas líneas como acta de arrepentimiento y de disculpa, por un lado, y de homenaje y reconocimiento, por otro, a una figura señera del europeísmo y de la historia mundial del primer cuarto de este siglo: Ángela Merkel.
Arrepentimiento y mea culpa porque, en la hemeroteca está, fui especialmente crítico y posiblemente injusto con la canciller alemana y su política de austeridad y disciplina presupuestaria durante la crisis económica de 2008. Sin embargo, los hechos y, sobre todo, los resultados terminaron haciendo buena sus recetas pese a la incomprensión de muchos, en España y en el conjunto de la UE.
Y el homenaje acompañado del más sincero reconocimiento porque todos los que entonces la apoyaron y muchos de quienes la censuramos nos descubrimos hoy ante su inmensa aportación a la estabilidad mundial y su liderazgo incontestable en una Europa que sin ella queda huérfana y debilitada frente a los populismos de izquierda y de derecha que quieren destruirla.
Somos muchos quienes nos descubrimos ante la inmensa aportación de Ángela Merkel a la estabilidad mundial y su liderazgo en una Europa que sin ella queda huérfana
Canciller alemana desde 2005, y con un profundo sentido del servicio al Estado y a la Unión, Ángela ha sido la artífice, ya desde su elección primera, de la gran coalición con los socialistas del SPD, dejando como única oposición real al Die Linken, primero, y a la ultraderechista Alternativa para Alemania, después. Un modelo que tanto se hecha hoy de menos en España y que parece imposible dada la mediocridad y el egoísmo de nuestra clase política actual.
Abanderada del movimiento antinuclear, asumió en su acción de Gobierno gran parte del discurso social de sus socios de gobierno, manteniendo un acercamiento permanente con los sindicatos que allí, a diferencia de los politizados y burocratizados sindicatos españoles, si compaginan la defensa de los derechos de los trabajadores con la lealtad y la contribución en la búsqueda de soluciones serias y eficaces para la economía nacional y acorde con las orientaciones europeas.
Convertida en líder natural de Europa y negociadora infatigable, Merkel desempeñó un papel fundamental en la firma del Tratado de Lisboa en 2009, que supuso la refundación de la Unión Europea. Ha tenido que lidiar con dos crisis económicas, con el Brexit y con la presidencia de Donald Trump en EE UU. El "amigo" americano que ordenó la retirada de los 12.000 militares que estaban desplegados permanentemente en Alemania y cuya política exterior ha tenido como objetivo prioritario el debilitamiento político y económico de la Europa unida. Y de todas estas lides ha sabido salir airosa, manteniendo la relevancia y la dignidad de Alemania y de la UE.
Política con temple, liderazgo natural, voluntad de servicio y sentido del Estado. Todo lo que hoy se necesita, y de lo que carecemos, en España
Considerada como la mujer más poderosa del mundo por Forbes en 2020 y pese a su imagen de Dama de Hierro, quienes la han tratado y la conocen bien destacan su carácter dialogante, no exento de firmeza, y su condición humana. Una humanidad que podíamos comprobar sólo hace unos días, cuando a punto de llorar y con un nudo en la garganta comparecía ante los ciudadanos alemanes para pedirles que se quedaran en casa en Navidad. Decisión triste, contraria a sus propios sentimientos, pero que asumió convencida de que era lo mejor para el país y para los ciudadanos a los que ha servido, sin servirse, desde el inicio de su actividad política.
Una defensora de las libertades y promotora de una nueva Europa cuyo mejor elogio se lo dedicaba el que fuera presidente del SPD, Martin Schulz, su oponente a la Cancillería en 2017, cuando durante un desayuno del Foro Nueva Economía en Madrid, y ante los comentarios de algunos asistentes tercio para proclamar rotundo y claro que "Ángela es una gran demócrata". En definitiva, una dirigente auténtica, una política con temple, voluntad de servicio y sentido del Estado y la impulsora de la Gran Coalición. Todo lo que hoy se necesita, y de lo que carecemos, en España. Sí. Pero, ¿de dónde sacamos aquí a los alemanes? Y, sobre todo, ¿de dónde sacamos una Merkel?