El presidente del Gobierno Pedro Sánchez está plenamente convencido de que con el "Plan Merkel" se perpetuará en el poder. Si Felipe González ganó cuatro elecciones y se mantuvo en La Moncloa 14 años, en buena parte gracias a los fondos estructurales europeos, él no va a ser menos. Incluso, su vicepresidente Pablo Iglesias lo ha teorizado. En su opinión, el gobierno progresista del PSOE con Podemos se mantendrá al mando el tiempo suficiente para hacer los cambios profundos que la sociedad española viene reclamando desde hace tiempo y que la pandemia ha precipitado.
Para abordar tal transformación, la izquierda pretende contar con una nueva clase empresarial que piense y actúe de forma distinta a la oligarquía heredada del franquismo. Este es el mensaje de fondo lanzado sutilmente durante la presentación del pomposo Plan de Recuperación. Como si se tratase de la película de Luis García Berlanga "Bienvenido, Míster Marshall" (1953), una especie de José Isbert, en versión joven y guapo, fue desgranando el cuento de la lechera.
Pero la realidad es cruel. Lo cierto es que España se ha convertido en el eslabón débil de la cadena europea. Ya no es ni Grecia, ni Portugal, ni tan siquiera Italia. Somos el país que más inquieta a los inversores de todo el mundo y quien más preocupa a nuestros socios. No es solo que seamos el país que peor ha gestionado las crisis sanitaria y económica, sino que hemos provocado una crisis institucional que amenaza con convertir España un estado fallido como pasó en la Segunda República.
Probablemente aún sea una percepción exagerada, pero mi pregunta es ¿hasta cuándo se pueden seguir degradando las instituciones? De lo que no cabe dudas es que están muy preocupados. Sin duda, la crisis institucional que vivimos de forma acelerada tiene consecuencias sanitarias y económicas muy importantes.
Mientras la derecha siga dividida hay Pedro Sánchez para rato
El hecho de que un territorio como Cataluña, que representa el 20% de nuestra economía, insista en independizarse por las buenas o por las malas es grave. Que, desde el propio gobierno, su vicepresidente, el señor Iglesias se dedique a atacar un día sí y el otro también al jefe del Estado es grave. Que la justicia, después de lo que ha pasado en Madrid, sea percibida por una buena parte de los ciudadanos como un cachondeo tampoco es tranquilizador. Que los partidos y políticos aparezcan en los sondeos de opinión como el principal problema que tiene España, es para echarse a temblar. Por no hablar de unas administraciones públicas que están semiparalizadas y unas CC.AA. que no están funcionando, como se ha puesto de manifiesto en el encontronazo institucional entre la comunidad madrileña y el Gobierno de la nación. Y esto si hablar de los continuos casos de corrupción que cada día se tratan en la Audiencia Nacional.
Como se ha acuñado en las redes, "tenemos el peor gobierno, en el peor momento y con la peor oposición". Si el ejecutivo de Pedro y Pablo aparece con escasa capacidad de gestión, Pablo Casado como jefe de la oposición hoy por hoy no representa ninguna alternativa. Ya no es solo el CIS de Tezanos, sino también el GAD3 de Michavila quien asegura que si hubiese elecciones en estos momentos el PP perdería 18 diputados mientras que el PSOE y Podemos ganarían cinco a pesar de la pandemia y la recesión. El gran beneficiario sería VOX que subiría 13 escaños y pone en relieve la radicalización que está sufriendo el mapa político español. Mientras la derecha siga dividida hay Pedro Sánchez para rato, sobre todo si sigue contando con el Plan Merkel.