Opinión

Así fue el juego de tahúres de Torres y Oliu

Como en la obra de Cezanne, Torres y Oliu jugaron sus cartas, pero la partida sigue activa. ee

En el impresionante edificio en forma de vela que destaca sobre skyline madrileño dominan las prisas y los nervios estos días. La venta de la filial estadounidense de BBVA a PNC por casi 10.000 millones hace unas semanas puede acabar en un dolor de cabeza para su máximo responsable, Carlos Torres. El joven presidente del banco azul vio en la montaña de liquidez obtenida una gran oportunidad para rematar la adquisición del Sabadell, que negociaba desde antes del verano, con su presidente, Josep Oliu.

Torres tiene prisa por demostrar al mundo que es un gran banquero, al estilo de los Botín, capaz de crear un banco líder por tamaño en nuestro país. Pero la gloria suele hacerse de rogar. Los presidentes no encajaron desde el principio. Como dos expertos jugadores de cartas, desconfiaban el uno del otro. Las negociaciones oficiales solo duraron once días. El presidente del BBVA se enrocó en su oferta (2.500 millones, el precio de su capitalización en bolsa) y Oliu amenazó esta semana con romper las negociaciones y lo cumplió el viernes por la mañana mediante un comunicado oficial a la CNMV.

Las posiciones estaban muy alejadas. Oliu se envalentonó, no solo pidió que la oferta se acercara a los 12.500 millones del valor en libros del Sabadell, además echó un órdago: exigió la copresidencia, el esquema planteado hace meses. Torres le ofreció ser vicepresidente, pero a Oliu le parecía poco y, además, no quería quedarse a las órdenes de un pipiolo, un banquero novato, según fuentes cercanas.

"La intención de Oliu de ser copresidente tenía el respaldo implícito del Banco de España y el BCE"

Sabadell es su obra, el fruto de la adquisición y absorción de cuatro entidades, realizada de manera laboriosa (Herrero, Guipuzcoano, Gallego y Caja de Ahorros del Mediterráneo), además del británico TSB. Tuvo mala suerte con los tiempos, muy difíciles para la banca, y los problemas de integración del británico dieron la puntilla al proyecto. Pero no está dispuesto a "malvender" y menos a marcharse por la puerta de atrás.

Oliu era consciente, además, de que su intención de ser copresidente tenía el respaldo implícito tanto del Banco de España como del Banco Central Europeo (BCE). Las autoridades monetarias, conocedoras de las conversaciones, habían pedido prudencia hasta conocerse el desenlace del caso Villarejo y las posibles implicaciones para Torres.

Para colmo de males, la nueva cita de Antonio Béjar, el exdirectivo del BBVA dispuesto a tirar de la manta, ante el magistrado Manuel García Castellón, sembró el nerviosismo en medio del proceso de negociación. Béjar trataba a los inspectores de Villarejo como si fueran empleados del banco y les ordenaba pesquisas para la persecución de morosos, que venían "de arriba". Sus declaraciones apuntan al expresidente Francisco González, pero el secreto del sumario impide conocer si hay alguien más de la alta dirección señalado.

Las autoridades monetarias argumentan a favor de la copresidencia que, en caso de imputación de Torres, la entidad fusionada no sufriría, quedaría al mando el otro copresidente. La culpabilidad del presidente se descarta por activa y por pasiva en la cúpula directiva del BBVA y por el propio Torres, que exigió hacerse con el control único, para que no le ocurriera como a González, que salió tarifando con Emilio Ybarra.

"Los dos negociadores se sentaron a la mesa con un as bajo la manga: alternativas a la fusión"

Tanto Torres como Oliu se sentaron a la mesa de negociaciones con un as bajo la manga. Un juego de tahúres, en el que cada uno intentó despistar al otro para alzarse con la victoria. Los dos barajaban alternativas a su proyecto de fusión. Para el Sabadell sigue abierta la posibilidad de retomar las conversaciones con Kutxabank, que fueron abortadas por el Gobierno vasco tras una filtración a la Prensa. En medios conocedores de la ruptura se asegura que es un puente que aún se puede reconstruir.

El plan B de Oliu, que el banco busca de manera intensa desde hace tiempo, es una gran fusión internacional. Una opción que cuenta, además, con el respaldo entusiasta del Banco Central Europeo (BCE). Tanto su presidenta, Christine Lagarde, como su vicepresidente, Luis de Guindos, se han pronunciado a favor en repetidas ocasiones y se apuntarían un gran tanto si lo logran. Sobre todo, después de que algunos banqueros como Ana Botín hayan descartado este tipo de enlaces por "falta de sinergias". En este caso, a diferencia con el Santander, se trataría de la absorción total o parcial de la entidad de origen catalán.

Aún es pronto para hablar de nombres concretos, aunque desde hace meses existen acercamientos, que hasta el momento no han cuajado. Algunos bancos de negocios ponen como uno de los posibles pretendientes a entidades francesas o alemanas como BNP Paribas, Crédit Agricole, Société Générale o Deutsche Bank.

Torres siempre barajó la adquisición total del banco turco Garanti, la vía preferida por Onur Genç

De todas las entidades extranjeras, BNP es el que mantiene una apuesta más firme por España. Tuvo éxito en su banca de inversión y desde hace años buscaba dar el salto a la banca minorista o de particulares. Lo acaba de hacer con el lanzamiento de Nickel, que se puede contratar en estancos y despachos de Loterías, por lo que no es seguro su interés por Sabadell.

El otro gran banco europeo con presencia en nuestro país es Deutsche Bank, pero las dificultades por las que atraviesa el gigante alemán y el plan de desinversiones en ejecución lo colocan en un plano secundario.

Torres también jugaba de farol, siempre barajó como alternativa la posibilidad de adquisición de la totalidad del turco Garanti. Esta sería, además, la vía preferida por el consejero delegado, Onur Genç. En el entorno del CEO del BBVA se asegura que su nombramiento fue fruto de la condición puesta por el presidente turco Tayyp Erdorgán para que el banco pasara a control total español. La entidad financiera requiere, además, una recapitalización a causa del deterioro sufrido por la lira.

Tras desecharse la fusión con Sabadell, la compra de Garanti por BBVA vuelve a estar sobre la mesa

Genç es partidario no solo de reforzar el capital del banco turco, también del español, ante los requerimientos de las autoridades, para consolidar un grupo muy sólido financieramente, que las instituciones monetarias no puedan poner en duda. El BBVA tiene, además, el compromiso de dar un dividendo extra a sus accionistas.

La operación turca fue, sin embargo, pactada durante la presidencia de Francisco González, que estaba entusiasmado con su futuro, y elevó en dos ocasiones su participación hasta el 49,9% actual, pese a que generó minusvalías por varios miles de millones de dólares.

Torres no está convencido de que este sea el momento más adecuado para hacerse con el control del Garanti, dados los conflictos geoestratégicos de Turquía, y que el BCE desaconseja tomar mayores riesgos en la zona. Pero una vez desechada la fusión con el Sabadell, vuelve a estar sobre la mesa de operaciones.

Del éxito del próximo paso de Torres, después de rechazar el órdago de Oliu para incorporarlo al puente de mando, dependerá si se cumple su sueño, afianzarse cuanto antes como un gran banquero.

"Sánchez y sus socios no soportan el éxito de la gestión de Ayuso y sus predecesores gracias a la bajada de impuestos"

El zapato aprieta más al Sabadell, con la mora en alza y la rentabilidad a la baja. El banco se dispone a desprenderse de su filial británica, pero no es suficiente. Las prisas apremian para un acuerdo con otra entidad que aleje las incertidumbres. Oliu acelera los contactos con el exterior sin perder de vista Kutxabank, un socio perfecto, que con su exceso de capital puede proporcionarle el oxígeno necesario para sortear las dificultades. Como en el magnífico lienzo de Cezanne, Los jugadores de cartas, la partida continúa activa. Torres y Oliu aún deben saber jugar sus bazas para ganar.

PD.- La otra gran operación de la semana fue el respaldo de la izquierda radical de EH-Bildu y ERC al Presupuesto, con lo que Sánchez consolida un bloque de izquierdas con Podemos para concluir la legislatura y descarta el giro al centro de la mano de Arrimadas, a la que deja a los pies de los caballos. La primera consecuencia fue un ataque furibundo a la financiación madrileña.

El Gobierno y sus socios no soportan el éxito de la gestión obtenida por los sucesivos Ejecutivos populares al frente de la administración madrileña, gracias a la bajada de impuestos, porque su política está basada justo en lo contrario: gastar a manos llenas y sin apenas control. No es cierto, además, que Madrid obtenga mayores recursos por la capitalidad de España, ya que su aportación al fondo autonómico que se reparte entre todas las autonomías es mucho mayor.

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