Punto final. BBVA y el Sabadell han roto las negociaciones de fusión. El desencuentro, adelantado por elEconomista ayer, se ha oficializado. Ambos bancos han anunciado que no han alcanzado un acuerdo y que han acabado con las conversaciones. Sabadell ha sido el más explícito en su nota a la CNMV al señalar como motivo de sus diferencias el precio el de la operación. Pero, según fuentes conocedoras, hay otras causas en la ruptura de un diálogo que comenzó en verano y que se hizo público la semana pasada.
El reparto de poder en la nueva cúpula del grupo resultante también ha sido un problema en las últimas jornadas. En un primer momento, se barajó la posibilidad de que Josep Oliu fuera copresidente, mismo cargo que Carlos Torres, aunque con menores atribuciones. Posteriormente, el máximo responsable del Sabadell cedió ante las peticiones de BBVA y se mostró dispuesto a jubilarse y no ostentar ningún puesto en el nuevo grupo, a cambio eso sí, de que la compra se hiciera en metálico y no a través de canje de acciones. La última propuesta de BBVA era nombrarle vicepresidente, pero el BCE no estaba de acuerdo y quería que Oliu tuviera más peso debido al riesgo del 'caso Villarejo', ya que Torres puede que llegue a ser imputado en la trama de espionaje.
En cuanto al precio, la dirección del Sabadell no estaba dispuesto a aceptar el precio de unos 2.500 millones que proponía el banco azul para la absorción. Lo considera de derribo, a pesar de que conllevaba una prima del 30%. Pero este importe es muy inferior al valor en libros, que asciende a 12.700 millones.
En un principio, ambas entidades barajaron la posibilidad de que la integración se llevara a cabo a través de un canje de las acciones. Después el Sabadell exigió que fuera en efectivo el desembolso, algo que BBVA aceptó al contar con un exceso de capital de más de 7.000 millones por la venta de su filial de EEUU.
El punto en que nunca se acercaron amabas partes fue en el importe de la cuantía, ya que el grupo que preside Torres pretende quedarse con una parte importante del superávit de solvencia para repartir el próximo año un dividendo extraordinario a través de una recompra de acciones. Además, el consejero delegado del grupo, Onur Genç, es partidario de invertir el dinero en Turquía y reforzar la presencia del banco en el mercado otomano con la adquisición del 50% que BBVA no tiene de Garanti.
Así, se da al traste con los planes de conformar el segundo banco de España, con activos en el país de 596.481 millones de euros (403.527 millones de BBVA y 192.954 millones de Sabadell), situándose inmediatamente por detrás de la nueva CaixaBank tras su fusión con Bankia (ambas entidades suman 625.115 millones de activos en España con datos de septiembre de 2020) y dejando a Santander en tercera posición.
La entidad resultante de la eventual operación habría contado con 4.225 oficinas en España (2.521 de BBVA y 1.704 de Sabadell) y con 45.866 empleados (29.475 de BBVA y 16.391 de Sabadell), un elevado volumen que habría permitido generar sinergias reduciendo costes.
Nuevo plan
El Sabadell ha comunicado que se plantea seguir adelante en solitario, después de dar por rotas las negociaciones con el BBVA y se propone desarrollar un nuevo plan de negocio que priorizará el mercado doméstico, con lo que podría estudiar desprenderse de TSB, su filial británica. Un activo que en la fusión BBVA pretendía deshacerse.
No obstante, en el mercado se da por hecho que el banco catalán tendrá que abordar una integración próximamente. Los analistas apuntan a que podría intentar de nuevo una fusión con Kutxabank o explorar una operación transfronteriza con una entidad europea.
Después de que el consejo de administración del Sabadell haya decidido, por unanimidad, dar por finalizadas la negociación con el BBVA al no haber alcanzado las partes un acuerdo sobre la eventual ecuación de canje de las acciones de ambas entidades, el banco ha anunciado que durante el primer trimestre de 2021 presentará su nuevo plan de negocio, con el foco puesto en el mercado doméstico.