Los mercados han corregido más del diez% en una sola semana ante la previsión de que el impacto del coronavirus sea más grave y extenso en el tiempo, de lo que se pensaba en un principio.
Las alarmas saltaron, sin duda, con Italia. La aparición de varios centenares de contagiados en La Lombardía sembró el miedo a la extensión de la enfermedad y a la aparición de una pandemia, que la ONU se niega a reconocer como tal.
El contagio a Italia puso de manifiesto que no se trataba de un problema circunscrito a China y que la capacidad de contagio es mayor de la que se creía. La tasa de mortalidad es baja, en torno al 3%, y se ceba sobre personas de edad avanzada que sufren ya otras dolencias. Pero es difícil de detener, porque los afectados pueden tardar más de una semana en ofrecer los primeros síntomas, lo que favorece su contagio.
Otros países como Japón y Corea del Sur, que este viernes superó los mil casos cuando una semana antes apenas sumaba medio centenar, confirman su facilidad para crecer. En Estados Unidos, la meca de la economía mundial, donde los casos son aún limitados, el Gobierno Trump reconoce que no ha puesto los medios suficientes para su detección. Washington nombró esta semana un cargo especial dependiente del vicepresidente Mike Pence para coordinar las actuaciones y los mensajes a la población. Se teme un estallido de los contagios en próximas semanas.
Si el virus contrae la exportación y el turismo, se frenará la inversión y la creación de empleo
Algunos laboratorios han anunciado un tratamiento para dentro de unos meses, aunque la vacuna tardará por lo menos un año. La posibilidad de que el virus tenga mutaciones complica la búsqueda de un medicamento eficaz.
Si la tasa de mortalidad es baja y se espera un remedio pronto, ¿por qué temblaron esta semana los mercados financieros de medio mundo? Porque su efecto puede ser demoledor para una economía, que ya funciona al ralentí.
En China, donde el umbral del PIB está en el 6%, se espera que en el primer trimestre se derrumbe hasta tasas próximas al 2%, lo que creará una onda expansiva sobre el resto del planeta.
China apenas movía el 3 de% del comercio mundial durante la última pandemia ocurrida en 2003, la del Síndrome Respiratorio Agudo, (SARS). Pero en la actualidad representa casi un tercio del comercio mundial y el 16% del PIB.
Casi todas las multinacionales tienen centro fabril en China o dependen de algún producto generado en este país. Apple anunció una caída de sus ventas del iPhone por los problemas de abastecimiento de China y Microsoft alertó también esta semana de dificultades. Las industrias farmacéutica ó automovilista trasladaron de manera masiva su producción a China para abaratar costes.
Goldman Sachs, el mayor banco de inversión del mundo, advirtió este jueves que el crecimiento de los beneficios empresariales será cero en este ejercicio. La ruptura de las cadenas de suministro puede paralizar los procesos de fabricación o por lo menos encarecerlos, porque las alternativas son más onerosas. La amenaza de una caída de la actividad es real.
La inversión de la curva de tipos en EEUU augura una posible recesión en seis meses o más
El norte de la península de Italia genera el 40% de su producción industrial y el 6% de la de toda Europa. El Viejo Continente será uno de los más afectados.
Italia entrará casi con toda seguridad en recesión después de dos trimestres de PIB negativo; Francia quedará tocada, tras decrecer el 0,1% en el último trimestre de 2019, al igual que Alemania, estancada en el 0% y con China como principal cliente.
El golpe para Italia es letal. A la parálisis de buena parte de su actividad industrial se suma el turismo. Los hoteles se han quedado vacíos. El miedo al contagio provocó la anulación de casi todas las reservas. Y lo peor es que las cancelaciones no se circunscriben a la zona afectada, sino al país entero. Cadenas hoteleras como Marriott han dado vacaciones a sus empleados ante la falta de huéspedes.
En España, la cuarta economía del euro, Bank of America cifró en dos décimas de PIB el impacto. Pero en realidad dependerá de que la enfermedad no obligue a clausurar un área completa, como ocurrió en Wuhan o en el Milanesado. El PIB turístico español supera el 10%, la extensión rápida de la enfermedad, nos colocaría en una situación muy delicada.
La subida de impuestos que incluyó el Gobierno en los Presupuestos para este año cogerá a contrapié la economía. Este viernes se anunciaron gravámenes a los plásticos y a los billetes de avión, después vendrá el del diesel ó la supresión de deducciones en Sociedades, entre otros.
El incremento de las cargas impositivas, unido a la amenaza de contrarreforma laboral, frenará en seco la inversión y con ello, la creación de empleo. Si las exportaciones y el turismo se contraen por culpa del coronavirus, el panorama para la economía española puede oscurecerse de manera considerable en un futuro inmediato.
La clave está en el tiempo que se tarde en controlar el virus. El SARS causó unos pocos centenares de muertes y se extinguió por completo en ocho meses. Los mercados experimentaron una recuperación en V. El coronavirus lleva ya casi 3.000 víctimas mortales y se extiende como la pólvora. Sus efectos serán mucho más nocivos que el SARS tanto para la actividad como para la vida humana, pese a su apariencia inofensiva.
Los inversores temen que, en esta ocasión, la recuperación se produzca en U en vez de en V, lo que alargaría su efecto letal.
El riesgo es que el coronavirus mande a la economía mundial a la recesión, después de asistir al periodo de expansión más largo desde la Segunda Guerra Mundial.
La caídas de entre el 20 y el 30% experimentadas por los valores relacionados con materias básicas o el petróleo son un reflejo de esta inquietud.
La inversión de la curva de tipos en Estados Unidos añade incertidumbre. Como saben, cada vez que el rendimiento de los bonos a diez años del Tesoro americano desciende por debajo del que ofrecen estos mismos títulos a tres años se interpreta que Estados Unidos puede ir a una crisis en los seis meses siguientes. La última vez que ocurrió fue en la primavera de 2019, lo que provocó seis meses de elevada volatilidad en los mercados financieros.
El fenómeno volvió a repetirse esta semana, lo que augura fuertes vaivenes en las cotizaciones, hasta que se despejen las dudas sobre la evolución de la enfermedad y, por ende, de la economía.
En esta circunstancia, las sesiones al alza o a la baja de las cotizaciones se ven agravadas por las operaciones automáticas sobre acciones ejecutadas con robots ó con derivados, que agudizan las oscilaciones de los títulos bursátiles cuando se rompen los niveles prefijados de antemano.
Naturalmente, después de la severa corrección vivida en esta semana, no es el momento de vender su cartera si no de aprovechar para realizar compras selectivas de valores contracíclicos. El sector eléctrico actúa tradicionalmente de refugio, así como los títulos que ofrecen dividendos elevados, donde podrá cobijarse hasta que escampe.
¿Entrará la economía mundial en recesión? Es difícil aseverar algo así. El FMI redujo en dos décimas la previsión de crecimiento mundial, pero no realizó nuevas estimaciones después de la extensión del virus. Todo apunta a que se trata de una crisis coyuntural que pasará tan rápido como la población vaya asumiendo los riesgos y aprendiendo a convivir con ellos. Pero hasta que todo pase, el efecto puede ser dañino.
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