La libra esterlina ha tenido un mal verano y está volviendo aún peor de las vacaciones. Los vaivenes políticos con la salida de Boris Johnson de Downing Street y la llegada de Liz Truss no están ayudando. La nueva primera ministra ha puesto sobre la mesa un recorte de impuestos no visto en décadas que ha asustado al mercado. Su insistencia en la propuesta sigue mermando a la libra y no pocas voces apuntan ya a una intervención del Banco de Inglaterra (BoE) para salvar la moneda. La posibilidad de una reunión de emergencia del organismo antes de la programada en noviembre para decretar una contundente subida de tipos cobra cada vez más fuerza, con los medios ingleses deslizando la posibilidad de que la institución emita algún tipo de comunicado.
Este lunes la divisa británica ha llegado a caer hasta los 1,03 dólares, (ahora está en el 1,06) un mínimo histórico que ha puesto los 'pelos de punta' a más de uno. Ya el viernes, después de que el gobierno de Truss presentara el 'tajo' fiscal más ambicioso desde los 80, la libra experimentó un descalabro sin precedentes desde el Brexit y desde el estallido del covid, firmando su peor jornada desde 1992. Los mercados de opciones ya ven un 60% de probabilidades de que la libra llegue a la paridad con el dólar antes de fin de año, cuando el viernes el porcentaje era de un 30%.
Este vertiginoso descenso que puede llevar a la libra a una histórica paridad con el dólar (algo que ya viene sufriendo meses el euro) ha hecho saltar las voces de alarma en dirección al BoE. Precisamente la última subida de tipos del organismo la pasada semana, de 'solo' 50 puntos básicos hasta el 2,25%, decepcionó al mercado y ayudó a incrementar la presión bajista sobre la libra. Ahora se espera que el banco se 'ponga las pilas' en su reunión de noviembre con una considerable subida que compense la menor subida de septiembre y que al mismo tiempo ayude a la libra. Si el mercado apostaba ya el viernes por una subida de 89 puntos básicos para noviembre, este lunes descuenta ya 175 puntos básicos, lo que dejaría el tipo de interés de intervención en el 4% de un plumazo.
Para los analistas, el problema ahora mismo es tratar de identificar qué cambios de política son viables para apoyar la libra o si, de hecho, las autoridades del Reino Unido deciden que la libra necesita apoyo. "Un giro de 180 grados en la política fiscal parece muy poco probable apenas unos días después de que el nuevo gobierno del Reino Unido diera a conocer su conjunto de recortes fiscales y liberalización de políticas. Como guardianes de la estabilidad de los precios, algunos dicen que el BoE debería intervenir con una gran subida, incluso con reunión de emergencia", señala en una nota Chris Turner, estratega de ING.
Sin embargo, el Banco de Inglaterra ha realizado un comunicado en el que, a pesar de que comenta que está "monitorizando la situación", descarta esa reunión de emergencia que muchos analistas están reclamando. Andrew Bailey, gobernador del banco central explicó que no dudará "en cambiar las tasas de interés según sea necesario para que la inflación vuelva a la meta del 2% de manera sostenible en el mediano plazo, en línea con sus competencias" descartando así un cambio fuera de calendario".
Los analistas de Deutsche Bank defendieron el viernes esa posibilidad en una informe. "La escala de la medida de hoy significa que el BoE se verá obligado a actuar, al menos para tratar de lograr cierta estabilidad", comenta hoy John Bromhead, estratega de divisas de Australia & New Zealand Banking Group. Se avecina un "aumento entre reuniones", y los operadores ya están valorando un aumento de 100 puntos básicos por parte del banco central en noviembre, coincide.
Turner, sin embargo, considera que el BoE está demasiado marcado psicológicamente por los acontecimientos de 1992 como para intentar subidas de tipos defensivas relacionadas con las divisas y se pregunta qué ocurriría si el banco central sube entre 300 y 500 puntos básicos y la libra esterlina termina cotizando a la baja. En 1992, uno de los hombres del célebre inversor George Soros apostó fuertemente contra la libra llegando a 'doblar el brazo' al BoE, que espoleado por el gobierno conservador de entonces subió tipos a la defensiva con nulo resultado. Los británicos sufrieron, pero no se detuvo la sangría de la libra.
Los analistas de Deutsche Bank también comparan los movimientos sísmicos vividos estos días con lo ocurrido en el pasado. Los gilts británicos (bonos soberanos) a cinco años han sufrido su mayor sacudida desde el 28 de enero de 1985, una jornada en la que el BoE aumentó los tipos de interés en 200 puntos básicos. Eso tuvo lugar en el contexto de profunda caída de la libra esterlina, que llevó al BoE a subir la tasa bancaria dos veces en un mes, primero del 9,50% al 11,88% el 14 de enero y luego nuevamente al 13,88% el 28 de enero.
Dado que las preocupaciones fiscales han sido el principal factor que ha socavado la libra, continúa Turner, de ING, en su análisis, el anuncio de que el BoE suspenderá las ventas de gilts previstas en octubre puede ser bien recibido por el mercado de gilts y luego el de divisas. Otra posibilidad, señala, es la intervención en el mercado de divisas, pero, advierte, "el Reino Unido solo cuenta con unos 80.000 millones de dólares de reservas netas de divisas, apenas suficientes para cubrir dos meses de importaciones".
Aunque han surgido las primeras comparativas con la reciente intervención del Banco de Japón (BoJ) para salvar el yen, desde Bloomberg dejan claras las diferencias: "El Reino Unido tenía 108.000 millones de dólares en reservas de divisas a finales de agosto, según datos del Fondo Monetario Internacional. Japón, que intervino para apoyar su moneda la semana pasada, tenía 1,17 billones de dólares, mientras que Suiza tenía 886.000 millones de dólares a finales de julio".

"Las autoridades británicas no tienen buenas opciones para hacer frente a la actual crisis monetaria, con la posibilidad de una subida de emergencia de los tipos de interés en aumento. Otros países, desde China hasta Japón, han intervenido en los últimos días para intentar frenar el debilitamiento de sus monedas. Pero el Reino Unido se encuentra en una situación más difícil, con una inflación más alta, unas reservas de divisas mucho más bajas y una política fiscal que ahora tira en dirección contraria", opina Ben Laidler, estratega de eToro.
La que sí sigue cobrando fuerza es la comparativa del Reino Unido con los países emergentes. Los economistas de la newsletter de mercados Harkster subrayan que la libra está reaccionando al estilo de los mercados emergentes, en los que los rendimientos suben, pero la divisa se vende, en claro contraste con la dinámica que se está viendo en EEUU actualmente. La libra ha perdido casi un 25% en lo que va de año, un rendimiento peor que el de muchas de las divisas de los mercados emergentes.
"El movimiento parece evidentemente forzado, pero da la sensación de que los rendimientos y la divisa solo se asentarán cuando alcancen un punto de equilibrio que resulte aceptable para los mercados", apuntan. Aunque consideran que alguna acción del BoE podría cambiar la situación, un movimiento en solitario del banco solo propiciaría un alivio temporal, como en Japón.
BCA Research: "Este telón de fondo de política fiscal estimulante combinado con una política monetaria restrictiva es una mala combinación"
Estos expertos recuerdan que el Reino Unido es un país que depende de la inversión extranjera y, como tal, siempre tendrá que pagar por ella a través de rendimientos más altos. Si esos inversores empiezan a perder la confianza en el Reino Unido, esos costes no harán más que aumentar cuando el Reino Unido intente atraer inversiones. Igualmente, depende del exterior para obtener bienes y energía y cuando se produce un shock externo, como la guerra en Ucrania, entonces hay poco que el país pueda hacer para aliviar el choque del lado de la oferta. En este sentido, un mediático informe de Deutsche Bank nada más acceder Truss al poder alertaba de estos riesgos y advertía contra una trágica depreciación de la libra para salvar el déficit por cuenta corriente.
Las recetas económicas de Truss, con su canciller económico anunciando que habrá más recortes de impuestos, no están encandilando al mercado. "Este telón de fondo de política fiscal estimulante combinado con una política monetaria restrictiva es una mala combinación para los mercados financieros", constatan los analistas de BCA Research.
"Las señales globales del presupuesto de emergencia del Reino Unido importan. La teoría monetaria moderna ha sido arrinconada por los mercados de bonos y golpeada. Se supone que los rendimientos de los bonos de las economías avanzadas no se disparan de la forma en que suben los rendimientos de los gilts del Reino Unido. Esto también recuerda a los inversores que la política moderna produce partidos que son más extremos que el consenso de los votantes o de los inversores. Los inversores parecen inclinarse a considerar al Partido Conservador del Reino Unido como una secta del día del juicio final", lamenta Paul Donovan, estratega de UBS. "Es poco probable que los recortes fiscales den al Reino Unido un impulso significativo a medio plazo (las limitaciones de la oferta en la economía británica tienen que ver más con la sanidad y la educación). Es probable que se produzca un 'subidón de azúcar' a corto plazo, pero puede ser limitado", sentencia.