
La nueva primera ministra británica se estrena con muchos frentes abiertos: la libra en mínimos frente al dólar, una inflación disparada, un déficit comercial preocupante, unos costes elevados de la energía y la infrafinanciación de servicos públicos como el Servicio Nacional de Salud (NHS)
Liz Truss aterrizó esta semana en Downing Street sin tiempo que perder, sabedora de que la opinión pública quiere medidas inmediatas que pongan coto a la inflación, a unos costes de la energía rampantes y a las consecuencias económicas de un Brexit doloroso.
Cómo estarían las cosas para que una liberal como ella anunciase el jueves la congelación temporal de las facturas energéticas de los consumidores, con un tope anual de 2.500 libras (unos 2.874 euros), durante un periodo de dos años a partir del 1 de octubre. De no haber sido por esta intervención, los hogares británicos habrían asumido un coste medio de la energía de unas 3.548 libras (casi 4.000 euros).
Sin embargo, la medida no es vista con agrado por todo el mundo. "La nueva primera ministra ha descartado financiar el paquete de medidas de alivio con un impuesto inesperado a los productores de energía que más se han beneficiado de la crisis energética. Y como se prevé que las políticas fiscales de Truss sean muy regresivas, esto significa que los trabajadores acabarán soportando el coste", escribía hace unos días en The Guardian Sandy Hager, profesora titular de economía política internacional en la Universidad de Londres-City.
El estreno de la nueva líder británica, que coincide con el fin del reinado de Isabel II, tiene lugar con la libra esterlina en horas bajas: ha perdido cerca de un 15% este año frente al dólar y acaba de registrar su peor rendimiento mensual desde la votación del Brexit de 2016.
Al mismo tiempo, como publica Bloomberg, "los costes de los préstamos para las empresas se han disparado después de seis subidas consecutivas de los tipos de interés por parte del Banco de Inglaterra, mientras que las expectativas de nuevas subidas se han disparado en medio de las advertencias de que la inflación se descontrolará aún más".
A eso se añade que S&P Global dijo el lunes que su indicador compuesto para la producción del sector privado mostró una contracción por primera vez desde febrero de 2021, y un grupo de presión empresarial ha sugerido que el país ya está en medio de una recesión. El descenso del gasto de los hogares y de los salarios reales ha desencadenado una serie de huelgas en todos los sectores conforme el aumento del coste de la vida empieza a afectar.
La bolsa recibió a Truss como lo ha hecho con los últimos primeros ministros: con un ligero retroceso. El miércoles, día siguiente a su nombramiento, el FTSE 100 -índice de referencia de la Bolsa de Londres- caía un 0,86%, si bien terminó la semana con una subida del 1% (lo que la convierte en la mejor semana desde la última de julio). En 2019, durante el primer dia de Boris Johnson como premier el footsie se dejó un 0,73%; y con Theresa May cedió un 0,15% en 2016.
El selectivo británico pierde apenas un 0,3% en lo que va de año, pero de las cien compañías que integran el índice solo 26 están en positivo en el presente ejercicio. Las que mejor se comportan, con una rentabilidad superior al 40%, son: Pearson, BAE Systems y Shell; mientras que en el otro extremo, con caídas superiores al 40%, se encuentran: Ocado Group, Persimmon y B&M European Value Retail.

Los desafíos del Reino Unido
Si hay un tema que se repite en la prensa internacional en los últimos días es, sin duda, el de los retos políticos y económicos que tiene por delante la nueva primera ministra británica tras tomar posesión del cargo. "Las perspectivas de crecimiento del Reino Unido se han deteriorado. En 2022, esperamos que el crecimiento del PIB del Reino Unido se sitúe por término medio entre el 3,1% y el 3,6%, seguido de dos años de crecimiento lento, o incluso negativo, del PIB", según los cálculos de PwC.
Por su parte, el FMI prevé un crecimiento del PIB del Reino Unido del 3,2% para 2022 y del 0,5% para 2023, lo que supone un descenso respecto a la previsión del 1,2% de abril.
En cuanto a la inflación, desde PwC prevén un escenario en el que la inflación general podría alcanzar un máximo del 17% en el primer semestre de 2023; aunque en el caso de congelar las facturas de energía de los hogares, como ha sucedido, creen que la inflación podría situarse entre el 10% y el 13%.
"El problema al que se enfrenta [Truss] es que su discurso de recortes fiscales, mayor gasto en defensa y más dinero para el Servicio Nacional de Salud ya ha asustado a los mercados financieros británicos, donde los operadores han estado marcando a la baja la libra esterlina y los bonos del gobierno del Reino Unido durante el último mes, por la preocupación de un déficit presupuestario enorme", contaba John Cassidy el 7 de septiembre en The New Yorker.
A eso, la CNN añadía, citando a Asociación Británica de Médicos, que "los tiempos de espera para recibir atención sanitaria son los más largos de la historia reciente. Esto se debe, en parte, a que la pandemia está sometiendo al Servicio Nacional de Salud a una mayor presión, pero también a la escasez de personal y a la insuficiencia de fondos".
En relación con la crisis energética, The Guardian apunta que "se prevé que el 30% de los hogares de las West Midlands [la región de Birmingham, con casi 3 millones de habitantes] viva en situación de pobreza energética a partir del 1 de octubre de 2022, a pesar del plan de congelación de precios". Y a todo ello se une, alerta The New Yorker, que el Reino Unido también tiene un enorme déficit comercial que sólo puede financiarse si sigue recibiendo grandes entradas de capital financiero.