
La inflación está fuera de control. La libra está en caída libre. El déficit comercial ha saltado por los aires, los sindicatos convocan constantes huelgas, los bonos se tambalean y el nivel de vida se resiente. Probablemente ningún nuevo primer ministro ha llegado al cargo enfrentándose a un panorama peor que el de Liz Truss desde que James Callaghan tomó el relevo de Harold Wilson hace casi medio siglo. Podría ser sólo cuestión de tiempo antes de que se vea obligada a pedir un rescate al FMI. Pero de vez en cuando los vientos de la fortuna pueden cambiar, y cambiar muy rápidamente. Truss podría tener mucha, mucha suerte. ¿Cómo?
Primero, los precios del gas. Con los suministros rusos drásticamente reducidos, no hay duda de que la energía escasea en toda Europa. Sin embargo, todo se debe a presiones que han actuado en el muy corto plazo. Una tendecia así puede invertirse. De hecho, esta semana ya ha habido indicios de ello, ya que los precios del gas cayeron más de 20 puntos porcentuales en una sola sesión (lo que siempre es una señal de que el mercado se ha vuelto loco). El viernes, los futuros cayeron otro 17%. Si añadimos un invierno más bien suave y algunos envíos adicionales de GNL desde Oriente Medio, el precio del gas podría volver a su promedio a largo plazo muy rápidamente. Y si eso ocurre, el próximo ajuste del tope de precios de la energía supondrá una gran reducción en lugar de los temibles aumentos con los que se ha especulado durante la semana pasada. En un instante, la energía será mucho más asequible, los hogares no necesitarán ser rescatados y las empresas volverán a funcionar con normalidad.
A continuación, la libra esterlina podría empezar a fortalecerse. La razón principal por la que es tan débil es que el dólar ha estado en una carrera alcista épica (el euro y el yen son igual de débiles). Es posible que esta tendencia se detenga este otoño y que se invierta. Si es así, la inflación empezará a bajar rápidamente. Con un tipo de cambio más normal, por ejemplo, el petróleo sería ya relativamente barato en comparación, al igual que la mayoría de las demás materias primas. Por último, es posible que la Reserva Federal detenga muy pronto sus subidas de tipos de interés. Después de todo, con los suministros de energía asegurados, y con una moneda fuerte, la inflación estadounidense podría caer pronto de forma pronunciada. Si es así, el Banco de Inglaterra tendrá cobertura para suspender también sus subidas de tipos.
Por supuesto, nada de esto es seguro. Y, por desgracia, tanto para Truss, todo ello está completamente fuera del control del gobierno británico. No hay nada que ella pueda hacer que afecte a los mercados energéticos, a la moneda o a la Reserva Federal. Y, sin embargo, un simple hecho permanece. La crisis actual es principalmente el resultado de eventos globales, y éstos pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Con algunos golpes de suerte, Truss podría enfrentarse a un panorama económico muy diferente dentro de seis meses, aunque se necesiten muchos dedos cruzados y algunos nervios fuertes para sobrevivir ese tiempo.