Empresas y finanzas

La banca lava su imagen: evita embargos e impulsa el crédito

  • El sector pasa de ser el problema en la anterior crisis, a la solución en la actual
Varias entidades en una misma calle.

La banca española ha dado un salto reputacional durante la actual crisis del coronavirus que le aleja de costumbres pasadas y la mala imagen ganada a base de desahucios, cierre del grifo del crédito y escándalos de mala praxis que llevaron a rescates millonarios. Con un sector financiero más profesionalizado, con mayor solvencia y liquidez, y en resumen, más fuerte tras la reestructuración bancaria vivida en la última recesión, las entidades españolas fueron las primeras en dar una paso el frente en la crisis sanitaria para demostrar que está vez no son el problema sino la solución para salir del agujero.

La lista de medidas puestas sobre la mesa por las entidades para sostener la liquidez de familias y empresas es larga; moratorias de hipotecas y créditos al consumo, financiación a compañías, pymes y autónomos a través de sus propias líneas puestas en marcha y de los avales garantizados por el ICO. Adelanto en el pago de los ERTEs, de las prestaciones por desempleo y de las pensiones. Eliminación de comisiones en los cajeros y de sus propios productos, ventajas para los sanitarios, gestión de microcréditos para el alquiler o atención constate telefónica para los clientes de mayor edad y menos familiarizados con los canales digitales.

El golpe de efecto de la banca a permitido mantener a flote a millones de familias y empresas que han visto cómo sus ingresos se han reducido a la mínima expresión por la pérdida de actividad provocada por el confinamiento, por los despidos y también por los ERTEs. Sin embargo, desde el propio sector financiero son conscientes que levantar su reputación es prácticamente imposible a pesar de los esfuerzos. El consejero delegado del Santander, José Antonio Álvarez, reconocía en un coloquio organizado por Esade Alumni el pasado 18 de junio que mejorar la imagen del sector es difícil, pero al menos se conformaría con ganarse el respeto por parte de la sociedad.

Durante el estado de alarma hubo aplausos para los sanitarios y reconocimiento a los empleados de supermercados, distribuidores, sector agrícola, farmacéuticos o taxistas por mantener la actividad y ayudar a sostener una sociedad atemorizada por el virus. Sin embargo, pocas alabanzas se escucharon hacia la banca que mantuvo la mayoría de su red de sucursales abiertas para prestar a los ciudadanos un servicio reconocido como fundamental como es el financiero. Tuvieron que ser los propios directivos bancarios, quienes, uno por uno, en sus distintas intervenciones públicas, agradecieran la labor de sus empleados que han estado también al pie del cañón en las oficinas durante los momentos más duros de la crisis y con férreas medidas de seguridad para atender a los clientes.

Pero su labor, no solo se quedó en la presencia de parte de la plantilla en las sucursales a pie de calle. También se incrementaron los esfuerzos entre aquellos empleados que trabajaron en remoto para dar respuesta con eficacia a la avalancha de demanda de solicitudes por parte de empresas y autónomos para acceder a los avales del ICO con imperiosa urgencia ante la merma de liquidez. Los sindicatos bancarios reconocieron en su día a este diario que los empleados del sector financiero estaban extendiendo sus jornadas laborales para dar respuesta a los clientes.

Medidas voluntarias

Además, la banca, y de manera voluntaria, puso en marcha en plena crisis una moratoria tanto de hipotecas como de créditos personal que los clientes más golpeados por el virus pudieran aplazar el pago de los préstamos. Así, el sector pospone hasta un año el pago de préstamos inmobiliarios y de seis meses, el de los personales, lo que de un lado da respiro a los clientes, pero de otro también evita morosidad y embargos. Entre las últimas medidas tomadas, ha incrementado de junio a septiembre el plazo para que los clientes puedan acogerse a las moratorias, con especial atención en que aquellos que solicitaron la aprobada por el Gobierno, después puedan traspasarse a la iniciativa aprobada por el sector.

La banca también se comprometió a adelantar los pagos de los ERTE, a pesar de los problemas en la gestión de los mismos ante un Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) desbordado. De hecho, las entidades pagaron de más de 30.000 afectados por ERTE por los datos erróneos que le transmitían desde el SEPE. Sin embargo, la patronal bancaria aseguró que eran "incidentes puntuales" y que el sector seguiría facilitando el adelanto de las ayudas.

Uno de los colectivos a los que la banca ha prestado más atención es a las personas mayores, por la dificultad con las nuevas tecnologías. A ellos volcó más que a nadie su atención telefónica y adelantó el cobro de las pensiones varios días para que no se aglomeraran en las sucursales para cobrarlas y corrieran riesgos.

Donaciones millonarias

Entre las múltiples iniciativas puestas en marcha, también destacan las más altruistas: las donaciones. El Santander ha aportado 100 millones de euros a iniciativas solidarias que contemplan la compra de material sanitario o la ayuda a los colectivos más vulnerables. Con el mismo objetivo, BBVA puso sobre la mesa donaciones por 35 millones de euros. La Fundación Caixa ha financiado varios proyectos de investigación, el Sabadell ha aportado material sanitario, entre otras medidas, o Abanca ha comprado 150 unidades de cuidados intensivos para los hospitales gallegos. Y cabe destacar que parte de la contribución a estos fondos solidarios ha sido engordada con los recortes de sueldos que se han hecho algunos directivos de los bancos, como es el caso de la presidenta del Santander, Ana Botín, que renunció a la mitad de su sueldo. Asimismo los empleados de distintas entidades del país también han realizado aportaciones voluntarias a los fondos empleados por el sector para ayudar.

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