
La banca española se acerca a la recta final en la limpieza de activos improductivos (adjudicados más créditos dudosos). El conjunto de entidades de nuestro país se sacudirá 27.000 millones de euros en los dos próximos años de su balance, o lo que es lo mismo, los adelgazará un 32% de cara a 2021, según las previsiones de la agencia de calificación S&P. Los bancos cerraron 2019 con unos activos tóxicos aproximados de 83.000 millones de euros, un 26,5% menos que a cierre de 2018. La previsión es que el sector desagüe 15.000 millones de euros este año, lo que supondría una caída del 18% frente al año que se acaba de cerrar, y otros 12.000 millones a lo largo de 2021, otra bajada del 17,6%.
El sector financiero español situaría sus activos improductivos en los 56.000 millones de euros a finales de 2021, la mitad de lo que tenía a cierre de 2018, según la previsión de S&P. Este volumen acercaría el peso total de los activos tóxicos en el balance de la banca al 4%, muy próximos a los niveles medios que acumula el sector financiero de la Zona Euro. En la actualidad, el peso de los adjudicados más los créditos dudosos en las entidades españolas se sitúa en torno al 7%.
Por tanto, la banca española habrá tardado 13 años en soltar el lastre que le dejó el boom inmobiliario tras estallar la crisis económica en 2008. El buen comportamiento de la economía entre 2015 y 2017 con crecimientos por encima del 3% ha propiciado la buena evolución del sector financiero español, permitiéndole acelerar la limpieza activos improductivos, reforzar su posición de capital y mejorar la cartera de crédito. Luigi Motti, responsable de Análisis de Instituciones Financieras EMEA de S&P Global Ratings, señala que las perspectivas para el sector en nuestro país de cara a los próximos dos años son favorables porque seguirá creciendo, aunque de forma más contenida. De hecho, el ritmo de crecimiento de la economía también se ha templado por la desaceleración y, según el Banco de España, el país crecerá un 1,7% este año y un 1,6% el ejercicio siguiente.
Ante el actual empeoramiento de la economía, el sector financiero, con las lecciones ya aprendidas de la crisis, ha puesto mesura en la concesión de préstamos ante el temor de una escalada de la morosidad. Según la última Encuesta sobre Préstamos Bancarios publicada el pasado martes por el Banco de España, las entidad endurecieron los criterios para dar créditos a las empresas (tanto grandes como pymes) y las familias en el último trimestre de 2019. Esto significa que los bancos exigen ahora una mayor solvencia a los clientes. Además, también han empeorado las condiciones de los préstamos que concede.

La razón del sector financiero para dar este viraje en la concesión de préstamos tras una relajación una vez superada la crisis económica es una: el temor a la nueva desaceleración. Según las entidades, el endurecimiento de las condiciones para dar hipotecas es consecuencia "del deterioro de las expectativas sobre la situación económica general". Asimismo, el empeoramiento de las condiciones (es decir, tipo de interés, plazos o porcentaje de financiación del inmueble) se debe "a una mayor percepción de riesgos (del cliente)y a una menor tolerancia a estos por parte de las entidades".
La banca también ha endurecido los criterios para dar préstamos al consumo por "el deterioro de las perspectivas económicas generales" al que se une también, según las entidades, "la menor solvencia percibida de los prestatarios" y "una inferior tolerancia al riesgo". En el caso de las empresas, la percepción del sector a la hora de financiarlas es la misma, "una mayor percepción de riesgo".
Desagüe en 2019
La banca dio un empujón el pasado mes de diciembre a la limpieza de activos tóxicos después de un año muy parado en ventas institucionales. BBVA alcanzó un acuerdo para transferir a Cabot y a fondos gestionados por CarVal Investors una cartera de préstamos fallidos provenientes de pymes, con un valor bruto cercano a los 2.100 millones de euros. Además, esa misma semana, el banco azul también vendió a Intrum un portafolio de préstamos fallidos valorado en 2.500 millones. Por su parte, CaixaBank logró desprenderse de un lote de 865 millones, también traspasado al fondo Intrum, mientras que Kutxabank colocó a Cerberus activos dudosos y fallidos por 358 millones.
Otra de las grandes ventas del año fue la que el Sabadell anunció a inicios de agosto. El banco que preside Josep Oliu traspasó a una filial de Cerberus una cartera de activos tóxicos, concretamente inmuebles, valorados en 342 millones de euros.
No obstante, las grandes operaciones de ventas de carteras se produjeron entre finales de 2017 y durante 2018. El Santander dio el pistoletazo de salida a estas macrooperaciones con el traspaso a una sociedad conjunta con Blackstone del ladrillo del Banco Popular, cuyo valor ascendía a 30.000 millones de euros. Poco después le siguió BBVA que anunció el traspaso de inmuebles valorados en 13.000 millones de euros a un joint-venture con Cerberus. Ya en 2018, CaixaBank se unió a este modelo y traspasó a una firma conjunta con Lone Star activos improductivos por valor de 12.800 millones de euros. Sabadell se deshizo de sus dos mayores carteras, 'Challenger' y 'Coliseum', con activos tóxicos por valor de 9.100 millones, al colocarlos en una compañía que controlaba con Cerberus.
El Banco de España ha venido insistiendo en la necesidad de que sector acelere la limpieza de su balance para elevar la rentabilidad. Sólo con el saneamiento total las entidades tendrían unos beneficios de 3.000 millones adicionales, algo que les llevaría a rozar los niveles de retornos del capital que exigen los reguladores y el mercado.