
La banca cotizada española logra compensar la inflación galopante gracias a los mayores ingresos procedentes del margen de intereses ante la subida de los tipos de interés (especialmente en las entidades con mayor diversificación geográfica) y la buena actividad del negocio.
Las seis principales entidades cerraron los nueve primeros meses del año con un beneficio de 16.014 millones, un 32,7% superior a los 12.063 millones que obtuvieron en el mismo periodo del ejercicio anterior. La banca mejora en un 5% la previsión del consenso del mercado de Bloomberg, que esperaba unas ganancias de 15.238 millones. Cabe destacar que la comparativa sobre 2021 está realizada con el resultado sin extraordinarios, el más fiel, ya que entonces los bancos realizaron operaciones (CaixaBank-Bankia; Unicaja-Liberbank y la salida a bolsa de Línea Directa por parte de Bankinter) que desvirtuaron al alza las ganancias reales.
El incremento del beneficio viene dado especialmente por los mayores ingresos. De un lado, el margen de intereses, que llevaba varios años con ligeros descensos, creció un 17% gracias a la subida de tipos, hasta los 51.600 millones. El Banco Central Europeo (BCE) fue de los últimos bancos centrales en elevar las tasas, aunque en otros países donde determinadas entidades tienen presencia, como Brasil, México o Reino Unido, las subidas llegaron antes de verano. Las comisiones también crecieron, un 13%, hasta los 17.800 millones, por la mayor actividad, lo que, junto al margen de interés, impulsó el margen bruto de la banca (ingresos totales) un 12%, hasta los 72.300 millones.
Impacto inflacionista
Sin embargo, las entidades no han sido ajenas a la inflación existente no solo en España y en Europa, también en el resto del globo, que junto con los tipos de cambio, han pasado factura en sus costes, después de dos años de ajustes de plantilla tras el Covid-19.
El conjunto de los seis bancos cotizados elevó los gastos hasta los 29.500 millones de euros a cierre del tercer trimestre, lo que supone un 7,6% más que en el mismo periodo del año anterior. Solo dos bancos, Sabadell y Unicaja, redujeron los costes (un 15,2% y un 8,5%, respectivamente), reflejando el primero los dos ajustes de plantilla realizados en los últimos años, que se saldaron con un 22% menos de trabajadores, y el segundo la reestructuración y planes de prejubilaciones puestos en marcha tras la fusión con Liberbank, que también ajustó un cuarto de los puestos.
El conjunto de la banca reconoce que aunque en la actualidad la calidad de los activos es mejor (de hecho a todas las entidades les ha bajado el ratio de morosidad hasta el tercer trimestre de año, frente al mismo periodo del año anterior), previsiblemente a partir del próximo año podrían comenzar a deteriorarse ante las malas noticias que presenta la situación macroeconómica con una subida acelerada de los tipos de interés que va a frenar la economía.
El Sabadell destacó durante la rueda de prensa de presentación de resultados que no espera recesión para España para el año que viene, ya que prevé que el PIB crezca un 1%, pero sí apuntó a que de cara a 2023 puede darse un deterioro de los activos y por ello evaluarán este cuarto trimestre su estrategia de provisiones. El Banco Santander se ha adelantado dotando ya 1.100 millones ante el escenario macro (le ha subido la mora en Brasil y EEUU) y prevé incrementar otros 300 millones más de provisiones en este cuarto trimestre. Bankinter no ha liberado ninguna de las dotaciones hechas durante la pandemia y considera que con ese volumen van a tener suficiente para afrontar un periodo económico más difícil, mismo planteamiento de Unicaja, que no dotará más porque consideran que tienen hucha de sobra para cubrirse de los futuros riesgos que estén por llegar.
CaixaBank prevé que para 2023 la morosidad se deteriore aunque de una forma moderada y muy lejos de la situación vivida en 2008. El banco realiza una provisión colectiva (no está asignada específicamente a los contratos) que actualiza dos veces al año en función del entorno macroeconómico. En la actualidad tiene una hucha total de 7.867 millones para insolvencias.
Finalmente, BBVA señaló que, de momento, no visualizan un empeoramiento para el cuarto trimestre, pero continuarán provisionando a medida que actualicen escenarios y seguirán con su habitual criterio de prudencia.
La banca tiene en la actualidad dos temas puntiagudos sobre la mesa. De un lado, el Congreso trabaja en desarrollar una tasa para gravar los ingresos del sector un 4,8% durante dos años para recaudar 3.000 millones de euros, y de otro, Gobierno y patronales mantienen negociaciones para ayudar a las familias con problemas a pagar sus hipotecas ante el alza del euríbor y la inflación.
En la parte del conocido como 'impuesto a la banca', el sector ya ha asumido que se va a aplicar, aunque espera cambios en su tramitación parlamentaria para evitar que grave sobre ingresos y lo haga sobre beneficios y también reclama que se aplique a todas las entidades, nacionales e internacionales, que operan en España. Las entidades confían en que el Ejecutivo tenga en cuenta el esperado informe del BCE al respecto. Sobre las medidas para los hipotecados, las entidades, aunque están en negociaciones con el Ejecutivo, aseguran que ayudarán a familias y empresas a pagar sus créditos si afrontan dificultades, pero lo harán caso por caso, sean vulnerables o no, porque el objetivo es evitar morosidad.
El BCE empaña los resultados
Bankinter abrió el día 20 la temporada de resultados con unas ganancias que apuntan a adelantar su objetivo de beneficio, animando al resto de bancos en bolsa. Sin embargo, el día 26, Santander cayó ante las dudas del mercado por deterioros futuros y un día después, el descenso se hizo generalizado en el sector con bajadas que rozaron el 9% por la decisión del BCE de modificar los TLTRO. Finalmente, el grueso de bancos cerró la semana con caídas como CaixaBank (-7,03%), BBVA (-0,23%), Bankinter (-1,79%) y Unicaja (-3,37%), salvo Santander (1,26%) y Sabadell (0,9%).