Periodista
Víctor Arribas

Analizando el capítulo increíble de la historia de España que estamos viviendo, que coincide con los terribles efectos de una dura crisis económica y con la irrupción de movimientos extremos que defienden la voladura del sistema, la falsedad de los principios salta a la vista en no pocos comportamientos. Bastaría para estar en lo cierto con considerar a las masas como las únicas portadoras de una razón basada en valores coherentes y firmes, pero recordando la escena de Shakespeare en que Marco Antonio se dirige a la muchedumbre en el Foro, hasta eso hay que cuestionarlo.

víctor arribas

Al final ha resultado que la arrinconada Cámara Alta no era tan inútil como se nos quería hacer ver. Tantos años de etapa democrática en los que su papel de equilibrador territorial ha resultado frustrado convirtieron al Senado en un actor secundario que ni siquiera llegaba a hacer comprender sus funciones en la segunda lectura de las leyes, algo accesorio en lo que siempre ha impuesto su criterio el Congreso. El Gobierno apuesta por un cara a cara con Puigdemont si acude al Senado.

Víctor Arribas

La joven democracia española afronta entre hoy y mañana uno de sus momentos cruciales, de una trascendencia hasta ahora inédita. La propaganda independentista se emplea a fondo en estas horas decisivas para convertir en un nuevo ejemplo de presunta represión lo que no es más que la aplicación de un precepto de la ley más elevada de nuestro ordenamiento jurídico. Un artículo que se basa en la textualidad de la Constitución alemana, que en su artículo 37 dice:

Víctor Arribas

Aceptando la definición que se está imponiendo sobre este término de nuevo cuño, la posverdad es una mentira emotiva que crea y modela estados de opinión pública y somete los hechos objetivos al tamiz de emociones y creencias personales. Para que todos nos entendamos, una posverdad es una falsedad repetida una y mil veces, una inexactitud forzada por algún interés concreto y un retorcimiento de lo ocurrido. Una mentira.

Víctor Arribas

De repente, una sensación de fe en pleno golpe a la legalidad se ha instalado entre muchos españoles. Ese rapto de esperanza comenzó hace 10 días con el mensaje histórico que el primero de los españoles dirigió a sus compatriotas, marcando el camino. Se atisbó desde el pasado domingo, cuando cientos de miles de personas ataviadas con sus banderas nacionales tomaron las calles de la capital catalana desafiando la imposición del silencio que durante décadas ha gestionado el independentismo. Y terminó de fraguarse en una celebración de la Fiesta Nacional como nunca en democracia se había vivido, con el pueblo en las calles de Madrid apoyando a su Rey, a su ejército, a su policía y a la Constitución. Sin vergüenzas ni complejos.

Víctor Arribas

Nada será igual en Cataluña después de este 10 de octubre de 2017. Haga lo que haga el presidente catalán en su alocución desde la tribuna del Parlament, las heridas que su actuación ha dejado van a perdurar durante años, quizá décadas, aunque finalmente no se atreva a consumar el desafío que ha liderado.

Víctor Arribas

El pleno de la independencia del próximo lunes en el Parlamento catalán es la nueva fecha para la Historia. Demasiadas cosas graves han ocurrido desde las dos sesiones bochornosas del mes de septiembre, pero de nuevo se nos sitúa ante la cita con el destino provocada por el desafío a la legalidad y a la democracia española.

Víctor Arribas

Proliferan los análisis que ya sabían lo que iba a ocurrir y cuales eran los instrumentos que lo habrían evitado. Seguro que quienes tienen temporalmente la responsabilidad de dirigir el país habrían agradecido tan importantes pronósticos y tan acertadas estrategias que por supuesto ninguno de los pitonisos acierta a concretar.

Opinión | Víctor Arribas

La Policía y la Guardia Civil han cargado este domingo en diversos puntos de Cataluña dando cumplimiento a la orden judicial de la magistrada del Tribunal Superior de Justicia Mercedes Armas.

Víctor Arribas

La frase se repite cada día centenares de veces en las declaraciones de dirigentes políticos, no sin toda la razón que da el momento de especial gravedad y riesgo de fractura que vive España. Ni un solo partido de los que no forman parte del Ejecutivo central deja pasar la oportunidad de echar mano del certero argumento, que busca un reparto de responsabilidades correspondiente para cada uno, siempre salvando a uno mismo, por supuesto. Pero la frase, el certero argumento y la responsabilidad que se atribuyen al Gobierno en esta crisis son, además de tan partidistas como acertadas, claramente incompletas.