víctor arribas
Las situaciones que la convocatoria de elecciones anticipadas en Cataluña está generando puede ser vista desde fuera como un fenómeno insólito. En aplicación de la Constitución, con el escrupuloso acuerdo de la mayoría absoluta del Senado de España, con la claridad y el respaldo de fuerzas políticas que suman diecisiete millones de votos de un total de veinticuatro emitidos, la democracia de nuestro país decidió hace un mes intervenir en el desaguisado ilegal de Cataluña y convocar de inmediato un proceso electoral limpio. Los actores principales decidieron no esperar seis meses para convocar a las urnas, largo período en el que los catalanes habrían vivido con un gobierno regional intervenido por el Estado. Pero la inmediatez está generando que la inercia de los estrambóticos acontecimientos protagonizados por el independentismo no se frene, sino que siga en una carrera sin frenos que veremos si los votos son capaces de detener.