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Cataluña: el proceso de las mil posverdades

  • De la represión a la participación en el referéndum
Uno de los colegios electorales del 1-O. Foto: archivo

Aceptando la definición que se está imponiendo sobre este término de nuevo cuño, la posverdad es una mentira emotiva que crea y modela estados de opinión pública y somete los hechos objetivos al tamiz de emociones y creencias personales. Para que todos nos entendamos, una posverdad es una falsedad repetida una y mil veces, una inexactitud forzada por algún interés concreto y un retorcimiento de lo ocurrido. Una mentira.

En el proceso encaminado a conseguir la independencia de Cataluña incumpliendo la ley y socavando la soberanía del pueblo español en su conjunto, los actores principales están haciendo uso de un amplísimo catálogo de posverdades que tratan de agrandar la pasión de los convencidos y confundir al resto de los ciudadanos. En este sentido la carta enviada por el president Carles Puigdemont al presidente del gobierno el pasado lunes, preludio de lo que ocurrirá en las próximas horas, compendia algunas de las más importantes patadas a la verdad que estos años se han ido instalando en nuestra sociedad sin que nadie autorizada haya sabido contrarrestarlo.

Existe un conflicto histórico entre España y Cataluña. Sosteniendo esa afirmación carente de base alguna, el independentismo ha logrado convencer a cientos de miles de catalanes. E incluso confundir a los más desinformados.

El mandato político surgido de las urnas encomienda al Parlament a declarar la independencia. Cualquier observador que revise lo ocurrido el pasado día 1 de octubre se sorprendería de la falta de garantías democráticas del proceso de votación, que sitúa lo ocurrido al nivel de países del otro lado del Atlántico. Urnas que llegaron al colegio llenas de papeletas, ciudadanos metiendo compulsivamente votos en otras urnas en mitad del patio del colegio, periodistas que demostraron que pudieron votar cuatro y cinco veces, más votos que electores en muchas localidades, ausencia de una junta electoral que velara por la limpieza del proceso...

Una clara mayoría apoyó a las fuerzas independentistas en las últimas elecciones autonómicas. Puigdemont hace esta afirmación fraccionando el voto de todos los que no votaron por Junts Pel Sí o la CUP, que fueron la mayoría de los participantes. Y menosprecia a PP, PSC y Ciudadanos llamándoles "las fuerzas explícitamente contrarias al derecho a decidir", a las que otorga el 39% de los votos frente al 47,7% de votos por candidaturas secesionistas.

El 80% de los ciudadanos catalanes manifiesta reiteradamente su voluntad de decidir su futuro. En la propia formulación del argumento está la trampa: el 100% de los catalanes deciden su futuro libremente desde hace cuarenta años, en reiteradas votaciones democráticas para elegir a sus representantes.

La mayoría del pueblo catalán quiere emprender su camino como país independiente en el marco europeo. No se sostiene la afirmación de la carta de Puigdemont. Hasta las encuestas del órgano demoscópico de su gobierno le desmienten. Si fuera válida la cifra de dos millones de votos a favor en la consulta del 1 de octubre, más del doble de ciudadanos habrían optado por no apoyar las posiciones de la ruptura con España.

La represión contra el pueblo catalán. Puigdemont menciona la intervención de cuentas bancarias, la censura en Internet y en medios de comunicación, la violación del secreto postal, la detención de servidores públicos y la brutal violencia contra los ciudadanos en los colegios electorales. Ni uno de esos argumentos es veraz para defender represión alguna de una comunidad autónoma que, como el resto, goza de las más altas cotas de libertades y derechos que jamás ha tenido.

Otros mensajes propagandísticos de este movimiento antiespañol ha acuñado posverdades de similares características, como la existencia de presos políticos tras la entrada en prisión de los dos presidentes de asociaciones separatistas, las necesarias conversaciones bilaterales con mediación internacional que son de todo punto inconcebibles, o la expresión Help Catalonia que es lanzada al universo digital para que confunda a cuantos más ciudadanos del mundo mejor. Afortunadamente, el antídoto a eso lo ha lanzado otra campaña viral, la de The Hispanic Council explicando a nuestros amigos americanos lo que realmente está pasando aquí.

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