Éxitos y aciertos como The Floor, el concurso de Chenoa, o el Futuro Imperfecto de Buenafuente, no compensan ni justifican la inexplicable continuidad de La familia de la tele, que ha pasado a ser un absoluto escándalo nacional. Ni siquiera la polémica de Eurovisión, el televoto, los de Israel y Melody han opacado el desastre de las tardes de La 1. Otros programas que van razonablemente bien, como el nuevo Mañaneros o Las Malas Lenguas, marcan datos aceptables pero el Consejo de Informativos de TVE ha abierto una investigación a los programas de Javier Ruiz y Jesús Cintora ante las numerosas quejas de los profesionales de la casa y recuerdan que "deben separar claramente la información de la opinión y ajustarse a los criterios de rigor, independencia, pluralismo, neutralidad e imparcialidad".

En un contexto donde las relaciones mediáticas suelen ser efímeras, el hijo delincuente (y reformado) de Mar Flores y la niña de Terelu Campos parecen determinados a explotar sus contradicciones e incoherencias si hay dinero de por medio: hartos de la prensa pero viviendo de los programas y las exclusivas. Este viernes, en Telecinco, con cheque de por medio, Carlo Costanzia volvió a demostrar que, pese a las dudas iniciales, su historia de amor tiene cimientos sólidos. El tiempo, y quizá también una nueva exclusiva, dirán el resto.

"Está en marcha, será algo muy bonito y espero que lo veáis: es una experiencia de dos padres primerizos en una situación excepcional”, así respondía Carlo Costanzia cuando se le preguntaba por el documental que estaban grabando Alejandra Rubio y él durante el embarazo, y que culminaba con el nacimiento del pequeño Carlo.

La larga enfermedad de Jordi González, avanzada por Informalia y confirmada por el propio presentador hace unos días, supuso un susto muy serio para el periodista catalán. Estuvo en coma y al borde de la muerte, según publicó Semana, que ofreció una extensa entrevista donde el barcelonés detallaba su calvario. La buena noticia es que tras el serio revés, que le pilló de vacaciones en Colombia, y ser hospitalizado allí, pudo recuperarse lo suficiente como para viajar a España, donde afortunadamente evoluciona positivamente.

Isabel Jiménez sacó hace semanas a su marido de su vida "patrimonial" y "empresarial", e incluso le dejó fuera de las empresas y sin acceso a las cuentas corrientes que compartían hasta que se separaron, según pudimos comprobar en distintos documentos registrales. Además, esta "ruptura" patrimonial se había producido de modo súbito, recientemente y de manera unilateral por parte de la periodista, de acuerdo con los datos verificados y sus fechas.

Las Berrocal prometía ser mucho más que un docureality: es una celebración de la vida, del carácter y del amor en familia. Un viaje a corazón abierto que nadie querrá perderse.

La actuación de Melody en la final de Eurovisión 2025 no logró convencer ni al jurado ni al público europeo, pero sí conquistó al público español frente al televisor. Aunque España se hundió hasta la vigesimocuarta posición, el Festival de Eurovisión se convirtió en un fenómeno de audiencia que catapultó a TVE a sus mejores cifras en años. La gala emitida este sábado logró un espectacular 50,1% de cuota de pantalla y una media de 5.884.000 espectadores, devolviendo al certamen musical europeo el estatus de gran evento televisivo nacional.

España volvió a salir mal parada en Eurovisión. Otra vez. Esta vez con más amargura, porque ni el espectáculo deslumbrante ni la entrega sin fisuras de Melody lograron salvar a la delegación española de un batacazo tan injusto como anunciado. La artista sevillana, una de las candidatas más esperadas por su mezcla de folclore y modernidad, terminó en el puesto 24 de 26 participantes, acumulando apenas 37 puntos. El sueño de escalar a lo más alto del podio europeo acabó truncado por una tormenta que se gestó lejos del escenario: la tensión geopolítica, las decisiones editoriales de RTVE y un festival que, este año más que nunca, evidenció que la política sigue pesando tanto como las canciones.

Roma vuelve a convertirse en el epicentro de la atención internacional con motivo de la misa inaugural del pontificado de León XIV, el primer papa estadounidense. Al igual que ocurrió hace apenas unas semanas durante el solemne funeral de Francisco, miles de fieles y decenas de delegaciones oficiales se han dado cita en la Plaza de San Pedro para asistir a este momento trascendental para la Iglesia Católica. Entre los asistentes, una figura ha captado especialmente las miradas: la reina Letizia.

En la niebla perenne que envuelve la historia británica, de pronto ha florecido una rosa. Su nombre es Kate Middleton, y su silueta, que parece dibujada con la mano suave de Gainsborough, ha vuelto a ocupar el centro del tapiz monárquico con una elegancia que no necesita alzar la voz. En apenas siete días, cinco apariciones públicas han bastado para que la princesa de Gales recuerde al mundo que, incluso bajo la tormenta, el deber puede ser un jardín bien cuidado.