Acabamos de despedir un 2021 que no será recordado como un gran año. La difícil situación sanitaria, ocasionada por una pandemia que no acabamos de dejar atrás, ha tenido un efecto contractivo intenso y más prolongado de lo inicialmente esperado en la actividad económica a nivel global. Por si ello fuera insuficiente, en los compases finales del ejercicio se han unido un incremento, que hasta hace poco habríamos considerado inimaginable, de los precios de la energía y un afloramiento de la inflación, que se pensaba puntual y transitorio, pero que, como si quisiera imitar al virus, está mostrando una resistencia inesperada.

Asesor de la Asociación Española de Banca (AEB)