La pandemia ha demostrado que la conectividad también es una necesidad de primer orden. De hecho, la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL) propone universalizar el acceso a las tecnologías digitales como una de las medidas principales para enfrentar los impactos de la COVID-19. En el siglo XXI, todavía hay más de 500 millones de personas que no tienen acceso a telefonía e Internet. Además, el acceso a datos es muy desigual entre todos los países del mundo; una limitación que, si bien hace algunos años no era tan relevante, hoy en día impide el desarrollo económico y social de los países más dependientes.