Opinión
Con su última revisión estratégica, el Banco Central Europeo se ha embarcado en la que posiblemente sea su transformación más profunda desde su creación en 1998. Aunque no lo ha formulado explícitamente en estos términos, el BCE se está alejando de un enfoque estrictamente basado en reglas para adoptar una mayor discrecionalidad a la hora de establecer las prioridades de su política monetaria. Este cambio, aunque bienvenido, también conlleva riesgos significativos. A primera vista, los cambios en el marco de políticas del BCE pueden parecer relativamente modestos. El objetivo de inflación a mediano plazo sigue siendo el 2% y se mantiene el principio de simetría, según el cual las tasas por encima o por debajo de la meta son igualmente indeseables.