Socio de Deloitte Legal
Josep Serrano

Dentro del drama humano, económico y social derivado de la pandemia que estamos viviendo, resulta imposible abstraerse de las repercusiones que en el ámbito fiscal va a tener también la misma. Salvo cambio de última hora, en pocos días las compañías españolas van a verse forzadas a calcular y declarar su primer pago a cuenta del Impuesto sobre Sociedades del ejercicio 2020 cuya fecha de presentación expira el próximo 20 de abril. Es innegable que la crisis que estamos viviendo, cuyos efectos ya se han dejado sentir plenamente en el ámbito empresarial, va a tener un inmediato reflejo en las cuentas de explotación de los grupos empresariales y de las entidades pertenecientes a los mismos. La crisis no ha afectado por igual a todos los sectores e incluso en algunos casos puede tener efectos contrarios a los esperados (pensemos, por ejemplo, en los casos del sector de la economía digital u otros sectores de ámbito defensivo o anticíclico como el farmacéutico). Pero, en la gran mayoría de casos, la pandemia está teniendo efectos muy perniciosos. Así, aquellos grupos cuyas cadenas de negocio se hallen fuertemente integradas deberán tomar una posición en cuanto a la atribución de las pérdidas derivadas de la actual situación entre las diferentes entidades que lo integran.

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