Periodista económico

Confieso que cuando se confirmó la victoria de Donald Trump en las elecciones a la Presidencia de EEUU, tenía muy claro que nos encontrábamos en los prolegómenos de un nuevo orden mundial. Lo que no esperaba es que fuera a ser tan rápido, tan brusco y tan preocupantes para la seguridad y para las libertades, los valores humanos, el estado de bienestar y la estabilidad política y económica de las democracias occidentales, especialmente en Europa.

Confirmado ya el resultado de las elecciones, que con precisión alemana habían avanzado las encuestas -allí no cocina Tezanos, y a la espera de conocer quiénes serán el socio o los socios de la CDU en la inevitable coalición de Gobierno, todo apunta a que el nuevo canciller, Friedrich Merz, se verá obligado a hacer algo similar al regreso al futuro del protagonista de la película de Robert Zemeckis, regresar al pasado en busca del referente Ángela Merkel, para recuperar el futuro de un país que fue durante décadas ejemplo de éxito y liderazgo europeo y cuyo modelo económico y papel global muestran hoy graves hendiduras que precisan reformas urgentes y profundas.

Sabido es que las encuestas del CIS de Tezanos tienen más cocina que los fogones de Ferrán Adriá y menos credibilidad que los cambios de opinión de Pedros Sánchez, pero si en una cosas pueden estar, sino acertando si alertando sobre la realidad de la España del sanchismo es sobre el acceso a la vivienda. Un problema que, si no el primero, seguro está en el podio de las preocupaciones de los españoles.

Se atribuye al dirigente nazi Joseph Goebbels la frase: "una mentira repetida mil veces se convierte en verdad". Y en esta estrategia al que fuera ministro de propaganda de Hitler le ha salido Pedro Sánchez y acólitos no sólo practicantes entusiastas sino alumnos aventajados.

Que lo sindicatos se manifiesten contra la oposición y no contra el gobierno que es quien propone y ejecuta es algo insólito que sólo pasa en las dictaduras y ahora también aquí en la España del sanchismo que empieza a parecerse. Un país donde los llamados sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, no sólo se han convertido sólo en la correa de transmisión del Ejecutivo de coalición social comunista, sino que han llegado a un estado de subordinación que les convierte en un instrumento político, gregario del poder y desleal con los trabajadores a los que deberían defender.

Más allá de las habituales patochadas del sanchismo claudicante, sus ministros y sus acólitos, lo cierto es que este fin de semana hemos asistido en Madrid a la farsa de unos partidos que se autocalifican como Patriotas Europeos pero que se han convertido en el caballo de Troya de Donald Trump y de Putin en Europa. Un presidente, el norteamericano que impone el matonismo de aranceles de castigo, un autócrata ruso que invade la patria de los ucranianos y ambos dirigentes en conjunto cuyo objetivo es el debilitamiento, cuando no la división, de la propia Unión Europea.

Se define como creativa a aquellas técnicas contables legales que modifican los resultados o el patrimonio de una sociedad para presentarlos de forma más atractiva. Y a esa técnica, que se ha convertido en subterfugio habitual de La Moncloa, volvía a recurrir el Gobierno para maquillar sus últimas estadísticas sobre la evolución del mercado laboral. Porque, díganme si no es para creer en gafes o tener mal fario que el mismo día en que el Gobierno aprueba a bombo y platillo el decreto de reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales, el Servicio Público de Empleo les reviente la fiesta con los peores datos del paro registrado en más de una década.

Rayando ya el límite del cinismo y el descaro la última semana hemos asistido a lo que podría calificarse como versión adaptada de la película dirigida por Steven Soderbergh con sexo, mentiras y a falta de cintas de video, una dosis más de cifras de empleo que son otra forma más de falseamiento de la realidad.

Cuando en cualquier país democrático de nuestro entorno lo lógico y la habitual sería responder con pactos de Estado a las demandas imperiosas de los ciudadanos. Aquí y ahora, desde la llegada del sanchismo a La Moncloa el Gobierno parece empecinado en resucitar ese Spain is different, de la década de los sesenta y en lugar de buscar la colaboración y el acuerdo para dar solución a los problemas y necesidades de los españoles se dedica a legislar manu militari, además de dividir a la sociedad, colonizar las instituciones y anteponer los intereses personales y políticos al interés común de los ciudadanos.

Cuando Pedro Sánchez anunciaba el pasado septiembre su intención de gobernar sin el Parlamento no sólo era un giro más en su deriva autoritaria, si no una premonición sobre su impotencia para manejar una legislatura ingobernable, su insuficiencia manifiesta para sacar adelante cualquier iniciativa legislativa, amen de otro apunte de su Manual de Resistencia para seguir durmiendo en La Moncloa aún sin capacidad ni poder de gobernar.