Periodista económico

Recordábamos el otro día las palabras de uno de los más directos colaboradores del reelegido presidente norteamericano cuando afirmaba que a Trump no hay que tomarle al pie de la letra pero hay que tomarle en serio. Y como a Trump no hay que tomarle al pie de la letra pero sí muy en serio, tengo serias dudas razonables de que sus palabras incluyendo a España en el grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y amenazando con imponer aranceles del 100% a nuestras exportaciones fueran una confusión. Más bien, y conociendo al personaje que no anda mal de geopolítica, apuntan a un aviso en toda regla.

Decía uno de los más directos colaboradores del reelegido presidente norteamericano que a Trump no hay que tomarle al pie de la letra pero hay que tomarle en serio. Y entre las muchas cosas serias que dijo durante su discurso de toma de posesión probablemente una de las más concluyentes y significativas fue algo que no dijo, su silencio sobre Europa. Ni una sola mención a una Unión Europea, hoy carente de líderes y liderazgo, con la que, a tenor de su omisión, dio a entender que para él no cuenta como actor protagonista en su planteamiento de nuevo orden mundial.

Las dificultades económicas, políticas y financieras que atraviesan Alemania y Francia, dos de las principales economías de Europa, empiezan a alarmar a los servicios de estudios, analistas y empresarios españoles. Una DANA económica, ajena a las preocupaciones de un Gobierno más ocupado en los problemas judiciales que afectan al entorno familiar y político del Presidente y por enviar a los ministros a hacer oposición a las autonomías del PP que de atender las labores propias de sus Ministerios y resolver los problemas de los ciudadanos, que es para lo que les pagamos y de lo que a la vista de los resultados da la impresión que ni se ocupan ni les interesan.

Recordaba, mientras analizaba el contenido de la proposición de ley presentada por el PSOE en el Congreso para eliminar la acusación popular y amordazar a la Justicia y a la prensa libre, la soflama del presidente Pedro Sánchez durante el acto inaugural de su romería franquista en la que alertaba sobre la posibilidad de una vuelta de la dictadura. Palabras que, vista la citada proposición de ley, más que un aviso parece una declaración de intenciones en toda regla.

Tengo serias dudas razonables de que por no ser un populista de la reducción de la jornada laboral, como el ministro Cuerpo, eso suponga ser "casi mala persona" como se le antoja a la ministra de Trabajo. Pero de lo que sí estoy seguro es que falsear la realidad del mercado laboral, cocinar las cifras de parados y trabajar en contra de la productividad y de la creación de puestos de trabajo es propio de políticos incompetentes y de pésimos gestores, además de personas no muy recomendables.

E n vísperas del inicio de la romería franquista de Pedro Sánchez, llamaba poderosamente la atención la invitación cursada al Rey Felipe VI para participar en el acto inaugural de esas conmemoraciones de la muerte del general Franco, programado para el 8 de enero en el Museo Reina Sofía. Invitación que más que una deferencia o un acto de respeto institucional parece más bien, por la fecha elegida, el fruto de una maquinación monclovita a sabiendas de que ese mismo día el Monarca tiene ya agendados compromisos oficiales incluyendo la recepción de cartas credenciales de varios embajadores, un protocolo diplomático inaplazable e indispensables para que los representantes diplomáticos puedan actuar en nuestro país.

Sin mayoría parlamentaria, agobiado por los problemas judiciales, sometido a los caprichos y veleidades de sus socios de la Frankestein y claudicante ante las órdenes de Puigdemont, el gobierno de Pedro Sánchez afronta el año 2025 como un cheque sin fondos. Es decir carente de recursos, apoyos, garantías, soluciones y posiblemente sin presupuestos para gobernar.

A hora que tanto se habla de comisiones, en el Parlamento, en los medios de comunicación en los tribunales y en la calle, nos hemos enterado de que el Gobierno ha aumentado la subvención para 2025 a los llamados sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, hasta los 32 millones de euros, el doble de lo que percibían en el año que ahora finaliza. Cifra que supone un máximo histórico y que desde el Ejecutivo justifican por la subida del IPC y el incremento de sus atribuciones participativas tanto a nivel nacional como internacional.

Un año más, el Rey Felipe VI ha puesto el dedo en la llaga de los problemas y la realidad social y una dosis de sensatez hoy ausente en la política española, apelando a todas las Administraciones Públicas y a la clase política a atender la exigencia del bien común, mientras llamaba a rebajar la contienda política y realizaba una demanda, tan firme como necesaria, a la serenidad, para impedir que la "discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía".

Ya son ganas de salir hoy a estropear el triunfal balance anual de Pedro Sánchez, pero a diferencia de otros aquí acostumbramos a decir siempre la verdad y a llamar a las cosas por su nombre. Y lo hemos repetido hasta la saciedad, pero ahora no lo decimos nosotros, o no sólo nosotros, lo afirma también la Comisión Europea. España está a la cola de la UE en materia social al tiempo que alerta de una situación crítica en indicadores como el abandono escolar, la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social, tanto general como infantil, o la inoperancia de las prestaciones sociales, con excepción de las pensiones, en la reducción de la pobreza.