
Confieso que cuando se confirmó la victoria de Donald Trump en las elecciones a la Presidencia de EEUU, tenía muy claro que nos encontrábamos en los prolegómenos de un nuevo orden mundial. Lo que no esperaba es que fuera a ser tan rápido, tan brusco y tan preocupantes para la seguridad y para las libertades, los valores humanos, el estado de bienestar y la estabilidad política y económica de las democracias occidentales, especialmente en Europa.
Una convulsión en el establishment internacional que obliga a una Unión Europa carente de líderes y de liderazgo, a redefinir sus estrategias y sus prioridades. "Estados Unidos sigue comprometido con la OTAN, pero ya no tolerará una relación desequilibrada que fomente la dependencia", afirmaba el recientemente nombrado secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, confirmando las exigencias de su jefe para que los estados miembros de la Alianza Atlántica aumente su gasto en defensa hasta un 5% del PIB, algo que en el caso de España, Pedro Sánchez, ni quiere, ni está en condiciones de cumplir.
Los datos oficiales del Real Instituto Elcano, muestran que España ha incrementado su gasto en defensa en 10.215 millones de euros entre 2014 y 2024, pasando de 9.508 millones a 19.723 millones, lo que supone un crecimiento del 107%. En términos de PIB, el aumento ha sido de 0,36 puntos porcentuales, del 0,92% al 1,28%.
Sin embargo, España es el país que menos porcentaje de su PIB ha destinado a defensa en 2024 (1,28%), situándose por detrás de Luxemburgo y Eslovenia (1,29% en ambos casos). Polonia lidera la inversión en defensa de la Unión con un 4,12%, seguido de Estonia (3,43%). Por tanto España debería invertir más de 25.000 millones adicionales al año en Defensa para alcanzar al menos el 3% que plantea la UE
El problema es que Sánchez no puede subir el gasto en defensa por dos razones fundamentales, primero porque no tiene presupuestos aprobados para este año y seguimos con los presupuestos prorrogados de 2023, lo cual es una anomalía parlamentaria. Y segundo porque no tiene el apoyo de sus socios parlamentarios.
Debería buscar un pacto con la oposición mayoritaria pero su ego, su política de polarización y su desprecio por los intereses de España y de los españoles se lo impiden.
Sumar y Podemos porque son pro Putin y los nacionalistas vascos y catalanes porque cualquier mejora de la defensa nacional perjudica sus ensoñaciones independentistas, además de por la colaboración del autócrata ruso con Junts y Puigdemont.
A esto se añaden los prejuicios ideológicos de esta psudoizquierda populista radical y de salón, cuyo principal exponente es el sanchismo gobernante, que confunde defensa con ofensa y es incapaz de entender que la industria de la defensa posee un carácter estratégico para la economía española por el retorno a la sociedad y por el valor generado por su cadena de suministro, que tiene un gran impacto en otros sectores industriales complementarios, además de generar un efecto indirecto superior a 6.000 millones de euros sobre otros sectores industriales. Una industria la de la defesa que genera productos de extraordinaria complejidad debido a la inclusión de numerosos subsistemas, componentes, interfaces y tecnologías de vanguardia que, además son aplicables para la sociedad civil, por lo que se califica también como de doble uso.
Con todo, y como hemos advertido en anteriores ocasiones el principal riesgo para nuestro país de esta apatía gubernamental por la defensa puede estar, más que en la economía, que también, en el terreno de la geopolítica y las relaciones internacionales. España en la era Sánchez se ha convertido en un país irrelevante en la política internacional y Estados Unidos nos ha sustituido por Marruecos como su aliado estratégico y preferente en el Mediterráneo. Un Marruecos cuyo rearme en los últimos años avanza a un ritmo cada vez mayor respaldado por Estados Unidos y por Israel y que afecta indirectamente a España y a las reivindicaciones alauitas sobre Ceuta, Melilla y Canarias, con el añadido de que nuestro gobierno tiene prácticamente rotas las relaciones con Argentina e Israel los otros dos grandes aliados de Trump. Y mientras Sánchez alardeando de ser el abanderado del antitrumpismo internacional. Y la sociedad civil anestesiada.