Brasil ofrece una oportunidad de inversión extraordinariamente atractiva. Su economía se apoya en unos fundamentales de crecimiento sólidos, unas expectativas de inflación controladas y una política monetaria que apunta a nuevas rebajas en los tipos de interés. Esta favorable coyuntura económica no es casual. Como ha señalado recientemente Standard & Poors, tras subir el rating de la deuda del país de BB- a BB con outlook estable, se ha forjado a lo largo de un proceso de modernización y fortalecimiento institucional iniciado hace siete años y reafirmado esta misma semana con la esperada aprobación de la reforma fiscal. Una reforma necesaria, que confirma al Gobierno de Lula como el tercero consecutivo –después del de Temer y Bolsonaro– comprometido con la realización de los profundos cambios estructurales que el país carioca demandaba con urgencia.