CEO y cofundador de Finizens
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En un momento de retos significativos para el sector financiero, el mapa bancario se vuelve a agitar con la potencial compra de Sabadell por BBVA. Llueve sobre mojado, pues el proceso de concentración bancaria llevado a cabo en los últimos 15 años en España ha reducido el número de grupos bancarios, de 50 entidades a apenas una decena. Esto plantea interrogantes sobre su impacto en la competencia y la calidad de los servicios ofrecidos a los consumidores.

Llevamos más de un año observando la progresiva escalada del coste de la vida, con muchos países del mundo desarrollado rompiendo el techo del 10% de inflación y algunos como Reino Unido ya proyectando una inflación cercana al 19% para los próximos meses. Los acontecimientos se están precipitando. Como medida de choque, los principales bancos centrales están señalizando nuevas subidas de tipos de interés de hasta 75 puntos básicos de una tacada.

El 2021 ha terminado como el Año II de la Pandemia, pero este 2022 que acaba de empezar no trae consigo tan claro si será el Año III o, por el contrario, el año de la vuelta definitiva a la normalidad. Aunque es cierto que los dos últimos ejercicios han sido para muchos una montaña rusa emocional y financiera, en Finizens tenemos motivos de sobra para estar contentos y empezar este nuevo año con optimismo.

Todavía estábamos digiriendo en la industria de gestión de activos la decisión de rebajar el incentivo fiscal a los planes de pensiones individuales de 8.000 a 2.000 euros al año, cuando se ha llegado a plantear volver a rebajar el incentivo de 2.000 a 1.500 euros a partir de 2022. Adicionalmente en los últimos días el Ministerio se ha descolgado con el borrador de un nuevo Anteproyecto de Ley en el que propone la creación de dos nuevos instrumentos con los que fomentar el segundo pilar, el plan de empleo de promoción pública y el plan simplificado, en vez del macrofondo de pensiones para empresas y autónomos con gestión privada con el que se estaba trabajando inicialmente.

¿Recuerdan aquellos tiempos en los que, en una misma acera, podías encontrar tres o incluso cuatro sucursales de entidades bancarias puerta con puerta? Eran tiempos en los que entrabas en la oficina, y en cada una de ellas podías encontrar hasta media docena de empleados de cara al público. Tiempos en los que, si tenías cualquier asunto, bastaba con descolgar el teléfono de atención al cliente y una persona de carne y hueso te atendería al otro lado de la línea para poder solucionártelo. Tan solo ha pasado una década, pero si se compara con el panorama actual – cierre de oficinas, reducción de plantillas, implantación generalizada de chatbots como apoyo a la atención del cliente, auge de las apps de banca personal-, parece que hubiera pasado mucho, mucho más tiempo.

En los últimos días hemos visto cierta polémica en los medios, al trascender la propuesta del Gobierno de rebajar la desgravación por aportaciones a planes pensiones individuales de 8.000 a 2.000 euros al año, y de elevar la cuantía para los planes de pensiones de empleo. Pensamos que el recorte a este incentivo fiscal, si no va acompañado de medidas alternativas más contundentes que premien a los españoles por completar su pensión pública durante la jubilación mediante ahorro privado, resultará contraproducente, porque desincentiva todavía más al ahorrador a afrontar este reto.

De la misma manera que en las escuelas se estudia la reconversión industrial de España en los años 80, sin duda en el futuro la reconversión de la banca, una de las más duras que se han visto en Europa, dará material de sobra para los libros de texto. Un breve vistazo a los registros de entidades del Banco de España lo evidencia con toda su crudeza: 2019 terminó con 52 bancos en activo en España; en 2008, eran 66 bancos y 46 cajas de ahorros las entidades que estaban en activo en el país.