
Llevamos más de un año observando la progresiva escalada del coste de la vida, con muchos países del mundo desarrollado rompiendo el techo del 10% de inflación y algunos como Reino Unido ya proyectando una inflación cercana al 19% para los próximos meses. Los acontecimientos se están precipitando. Como medida de choque, los principales bancos centrales están señalizando nuevas subidas de tipos de interés de hasta 75 puntos básicos de una tacada.
Todo esto está ocurriendo con el patrimonio en depósitos en niveles récord en España, por encima del billón de euros, lo que implica una fuerte pérdida de nivel adquisitivo de los hogares debido a la alta inflación.
Pese a esta situación tan preocupante para el ahorrador medio, el incremento del precio oficial del dinero en la zona euro está trayendo de vuelta algunos viejos fantasmas del pasado, como las cuentas remuneradas o los depósitos a plazo fijo.
Recordemos que hubo un tiempo en España, ahora ya lejano, en el que era posible obtener una remuneración del 4%- 5% con simplemente aparcar el dinero en un plazo fijo, o incluso más si la entidad que lo ofertaba se embarcaba en una agresiva campaña de depósitos extratipados para robar clientela a la competencia. Un interés que, si bien no conseguía contrarrestar totalmente la inflación, se aproximaba a ella.
Sin embargo, el mundo financiero ha cambiado mucho desde el año 2014, cuando la rentabilidad de los depósitos se fue a cero.
Para empezar, en estos ocho años el ahorro de las familias en instituciones de inversión colectiva se ha incrementado un impresionante 75%, según datos de Inverco, y el patrimonio invertido en planes de pensiones se ha incrementado cerca de un 17%. Esto nos puede servir como un indicativo de que, en un mundo donde ha imperado el 'lower for longer' durante casi una década, no ha quedado más remedio que invertir y asumir riesgos para poder preservar el nivel adquisitivo frente a la inflación.
Esto nos lleva a la segunda gran diferencia con respecto a 2014: hace ocho años, el mundo occidental se estaba adentrando en una espiral deflacionaria. Nos acostumbramos a vivir con dinero muy barato, políticas monetarias hiperlaxas y precios de múltiples bienes y servicios a la baja. Hoy, la fotografía es muy distinta: el coste de la vida ya crece a doble dígito, hasta llegar a niveles que no veíamos desde los 80, y el impacto sobre el bolsillo de las familias españolas es cada vez más doloroso y evidente. La cuenta es fácil: si la tasa de inflación ya está por encima del 10%, por mucho que vuelva la remuneración a los depósitos, esta se queda muy lejos de poder preservar el nivel adquisitivo del español medio. Tampoco hay señales que este escenario vaya a mutar en el corto y medio plazo.
En este entorno actual tan retador, donde se hace cada día más patente la necesidad de pasar de ahorrador a inversor -la inversión te permite aspirar a rentabilidades que te ayuden no tan solo a contrarrestar más eficazmente la inflación, también a superarla de cara al largo plazo-, que haya entidades financieras que estén rescatando los depósitos a plazo fijo como instrumentos de ahorro con rentabilidades del 2% está reviviendo viejos fantasmas del pasado para nuestra sociedad.
Si el ahorrador medio cede a la tentación de utilizar los depósitos como su vía de ahorro principal, la inflación va a seguir mermando su poder adquisitivo y así le generará serias dificultades en términos de nivel de vida. Y si consideramos que nuestra sociedad está conformada por la suma de los ahorradores, la conclusión es evidente: pasaremos a ser más pobres. Por tanto, muchos españoles deberán hacer una importante reflexión: "aparcar" su dinero, o ponerlo a trabajar.
Por suerte, en esta década de tipos de interés al cero, cada vez más personas han aprendido que la mejor manera de protegerse ante la inflación es invertir, haciéndolo con enfoque en el largo plazo, de manera diversificada y aportando rentas periódicas, que es una filosofía que impulsamos en Finizens desde nuestro nacimiento.