Definir el año 2020 como un año disruptivo no es ninguna novedad. En Europa, la llegada en febrero de la forma más inesperada, de un tsunami oriental en forma de pandemia Covid-19, rompió todos nuestros esquemas, arrasó con vidas humanas y devastó la economía de gran parte del mundo. En España, la declaración del estado de alarma el 14 de marzo marcó el inicio de una nueva situación que exigiría mantener activados todos nuestros sentidos y desarrollar nuestro instinto de supervivencia en todos los ámbitos.